Cambiar de perspectiva para ver mejor

Carta padre Dehon

Cambiar de perspectiva para ver mejor

Cambiar de perspectiva para ver mejor

Carta para el 14 de marzo,

en el aniversario del nacimiento del P. León Dehon

A los miembros de la Congregación

A todos los miembros de la Familia Dehoniana

Desde hace años, hemos ido valorando cada vez más los llamados “lugares dehonianos” de la Congregación, especialmente los de La Capelle, donde nació nuestro Fundador; San Quintín, donde inició su vida religiosa, y Bruselas, testigo de sus últimos años de vida. En la actualidad, la comunidad de La Capelle está comprometida con el servicio parroquial y la acogida a cuantos visitan la casa de la familia Dehon; la de Bruselas mantiene viva la memoria misionera, la colaboración pastoral y el compromiso académico tan querido a nuestro Fundador, y la de San Quintín, por su parte, además de custodiar los restos del P. Dehon, tiene también una dinámica actividad apostólica.

Precisamente allí, el pasado mes de enero tuvo lugar un sencillo acto de la Provincia Europea Francófona (EUF). El motivo fue un acuerdo de colaboración entre la Provincia y una organización que ayuda a personas con dificultades de vivienda. En nuestra iglesia de San Martín celebramos la Eucaristía, presidida por Mons. Renauld de Dinechin, Obispo de Soissons, Laon y San Quintín, quien mostró su aprecio por la figura del P. Dehon y por los scj que ha ido conociendo.

Uno de ellos es Bernard Masséra, buen conocedor de las huellas del Fundador en la región; acaba de celebrar cincuenta años de vida religiosa. Tuve la oportunidad de caminar con él por algunos lugares dehonianos de la ciudad. Mientras me mostraba la majestuosa Basílica de San Quintín, donde el P. Dehon fue Vicario parroquial, me dijo algo de su propia vida: “¿Sabes? Yo también trabajé aquí… pero reparando el tejado”. ¡Obrero asalariado en las alturas! Otra manera, sin duda, de ver la basílica, su entorno y la propia vocación.

Él, como tantos de nuestros hermanos, conoció tiempos de inconformismo, incluso de contestación, llevados por el deseo de transformación tanto de la sociedad como de la Iglesia. Para muchos católicos de aquel momento, inspirados por la voz del Concilio Vaticano II, sus inquietudes se concretaron en no pocos casos en compromisos muy concretos; de todo hubo, aciertos y limitaciones. Pero lo bueno sobre esos tiempos es abrirse a la escucha y al diálogo con quienes vivieron las novedades y los anhelos esperanzadores de aquella época no exenta de logros, contradicciones y conflictos.

Hoy, al recordar tanto el natalicio del P. Dehon como la jornada de oración por las vocaciones dehonianas, lo compartido por Bernard sobre su vida religiosa como obrero en aquel tejado me evoca un mandato de Jesús: “Lo que escuchan al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas” (Mt 10,27). ¿No es ésta una exigencia del Maestro a sus discípulos para que cambien de perspectiva? Parece tratarse de un claro llamado a desplazarse, a estar dispuestos a quedar al descubierto -¡en la azotea!- donde las defensas son pocas, pero, y esto es lo importante, ¡la visión es buena!

Nuestro hermano se subió al tejado, a lo más alto de la ciudad, no para que lo vieran como se ve a un artista que sube al escenario. Lo hizo para compartir con otros su fe, queriendo también actualizar de alguna manera una sensibilidad constante del P. Dehon: “Cumplir pacíficamente las funciones ordinarias del ministerio sagrado ya no es suficiente. Hay que ir en busca de las almas. Debemos esforzarnos por ganar a los hombres y especialmente a la clase más numerosa, los trabajadores. ¿Realmente hemos empezado?”1 .

En el legado de nuestro Fundador, con los límites de toda persona y cultura, podemos reconocer una genuina “escuela de la perspectiva”. Él encontró la mejor: ¡el Corazón de Cristo! Con él aprendió a amar el proyecto del Padre y a salir de sí mismo para contemplar a la Iglesia y a la sociedad de su tiempo con auténtica pasión. Fue así como el P. Dehon, enraizado en la más cordial de las perspectivas posibles, descubrió un horizonte de rostros a los que amar y reparar. Sin embargo, esta dinámica interior y apostólica que le caracterizó no fue improvisada. Fue el resultado de una búsqueda intensa y del continuo discernimiento que fueron configurando su vida: “Es un estado del alma que debe formarse en nosotros, una disposición para ir a los hombres, a la gente, con todos los medios a disposición”2 .

La memoria de nuestro Fundador nos llama a ocuparnos de este “estado del alma que debe formarse en nosotros” (DRD 16/7). A través de su vida aprendemos que, sea al inicio que al final, se trata de disponernos para acoger de manera permanente la acción divina: “Cor Iesu, quid me vis facere? Corazón de Jesús, ¿qué quieres que haga?” (NHV 5/2). Solo con preguntas como estas la existencia personal y comunitaria es capaz de mantenerse en la dinámica fecunda del Espíritu, que sigue presentando en nuestros muy diversos “aquí y ahora” tantas realidades para amar y tantas situaciones donde compartir nuestra vocación reparadora: “¿Hemos amado lo suficiente a la sociedad contemporánea como para no mantener hacia ella una actitud malhumorada?”3

Bendigamos a Dios por el regalo de la vida del P. Dehon, testigo apasionado del Corazón de Cristo; agradezcamos también el don de las vocaciones que inspiradas por él siguen actualizando el carisma recibido con generosidad creativa, ¡que no falten, Señor! Y que esta llamada que compartimos nos mantenga inquietos y descentrados de lo que no sea la búsqueda de la mejor perspectiva: el Evangelio, porque “el Corazón de Jesús, el amor de Jesús, es todo el Evangelio”4 .

In Corde Iesu,

Carlos Luis Suárez Codorniú, scj

Superior general

y su Consejo

Descargar la carta aquí. 

1 “Remplir paisiblement les fonctions ordinaires du saint ministère ne suffit plus. Il faut aller à la recherche des âmes. Il faut s’efforcer de gagner les hommes et surtout la classe la plus nombreuse, les ouvriers. Avons-nous vraiment commencé?” (DRD 16/7).
2 “C’est un état d’âme qu’il faut former en nous, une disposition à aller aux hommes, au peuple, par tous les moyens favorables” (DRD 16/7).
3 “Avons-nous assez aimé la société contemporaine, pour ne pas garder vis-à-vis d’elle une attitude de bouderie?” (DRD 16/7).
4 “Le Cœur de Jésus, l’amour de Jésus, c’est tout l’Évangile” (ESC 1/193).

 

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