
18 Jun La Corona de los misterios del Corazón de Jesús (3): Los misterios de la Eucaristía
En esta tercera y última entrega sobre la Corona del Corazón de Jesús, que nos ofrece el Padre León Dehon, nuestra mirada contemplativa se posa en la presencia real del Señor en el Sacramento de la Eucaristía y en el don de su adoración. Esta es la tercera de esas “tres Coronas reunidas [que] forman una Tiara mística, con la que los devotos al Sagrado Corazón amarán coronar al Rey de su amor” (Dehon, EXT 8035126/2).
En su artículo Couronne d’or du Sacré Cœur de Jésus, el P. Dehon explica que:
“Los misterios de la tercera Corona, que presentan al Corazón de Jesús investido de la suprema realeza en su trono eucarístico, serán adorados en esta calidad de Rey de los corazones, y le pediremos el advenimiento de su reinado de amor sobre toda la tierra y sobre todas las naciones que el Padre le ha dado en herencia”.
Cómo no evocar aquí las palabras del Señor en la Última Cena:
“Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer”. Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Este es mi Cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío”. De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza en mi Sangre, que es derramada por vosotros” (Lc 22,15.19-20).
El fundador prolonga nuestra mirada a ese momento para escribir:
“Mirad a Jesús durante la cena: vive un éxtasis de amor, porque en aquel instante realiza el ideal de toda su vida, abriéndonos una fuente de gracias de la cual podremos sacar bendiciones y alegrías. […] La eucaristía se convertía en la fuente de todos los dones de su Corazón. Y esto no es todo. En la eucaristía quiso expresarnos su amor de amistad y de intimidad: quiso habitar con nosotros, conversar con nosotros y permitirnos abandonarnos a Él con dulce y confiada familiaridad, como lo permitía a sus apóstoles y, sobre todo, a san Juan. Aquí encontramos el Corazón de este hermano nuestro y amigo siempre dispuesto a *recibirnos, consolarnos, llenarnos de gracias, iluminarnos y perdonarnos” (cf. Dehon, CAM 3/13-15).
En definitiva, ojalá que este ejercicio de oración nos ayude a que, en palabras del P. Dehon:
“Habiendo glorificado así el Corazón de Jesús, Padre, Sacerdote y Rey, nos consagremos sin reservas a los intereses de su gloria divina, y prometamos amarle con amor fiel y generoso” (EXT 8035126/2).
Sorry, the comment form is closed at this time.