https://dehonianos.com/wp-admin/admin.php?page=wpcode
 

ESCUCHAD Y ENTENDED TODOS.

ESCUCHAD Y ENTENDED TODOS.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-8a. 14-15. 21-23

En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con las manos impuras?».
Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

Reflexión de la homilía

 

Retomamos la lectura (o proclamación) del evangelio de San Marcos que nos acompañará hasta el final del tiempo ordinario. El lenguaje de San Marcos es muy distinto al de San Juan. Pero ambos anuncian el mismo mensaje. Jesús es el Camino que lleva a la Vida. San Marcos nos parece más comestible o más de “andar por casa” pero no podemos olvidar que es un verdadero catequista y nos quiere mostrar lo que significa creer en Jesús y lo que supone su seguimiento.

El tema de hoy es delicado. Tocamos “La Ley” y su adecuación a las circunstancias históricas en las que toca vivir. 

El Deuteronomio 4, 1-8 empieza muy solemne. Es un nuevo “ESCUCHA ISRAEL” y por lo tanto lo que viene tiene categoría institucional. Se promulga de nuevo la Ley Mosaica con su decálogo. No tocar nada dice el autor. Amén, tendremos que decir. Los problemas surgen cuando hay que aplicar la Ley en la vida ordinaria. No matar es muy genérico. ¿Se puede matar al enemigo, al extranjero, al malhechor? Para ayudar a esta concreción vendrán los decretos que ya no son tan universales puesto que tratan de responder a circunstancias concretas. Desaparecidas o cambiadas las circunstancias deberían desaparecer o cambiar los decretos. Lo que suele suceder es que estos decretos tienden a perpetuarse y quieren adquirir el rango de “ley”. Y ya tenemos el lio montado. Con el pasar del tiempo se van creando determinadas instituciones, tradiciones, costumbres que se repiten “porque siempre se ha hecho así” y se van cargando sobre la gente obligaciones y taras que más que ayudar asfixian la vida religiosa.

Los Profetas siempre habían avisado de que el cumplimiento de la Ley podía ser inútil si no iba acompañado por la entrega total del corazón del hombre o de toda su interioridad. “Aborrezco vuestros holocaustos”. “Lo que quiero es un corazón contrito”.

Jesús se encuentra metido en una religiosidad marcada por el cumplimiento de la Ley desde los ritos y costumbres establecidas pero que no llegan al cambio del corazón. ¿Dónde la interioridad, dónde el corazón? Esta es la cuestión planteada cruda y duramente por Jesús en el Evangelio de Marcos. Un Jesús interpelado por los “puros” (fariseos) y que responde apelando a Isaías, un profeta que no dudó en enfrentarse al “aparato” o entramado religioso-cultural del Israel de su tiempo haciendo un llamado a la interioridad del corazón condenando la vaciedad del culto que no iba acompañada de sentimientos de amor y fidelidad a Dios y su Palabra. Decir SI a Dios implica decir SI al prójimo. No se puede alabar a Dios con las manos manchadas en sangre inocente. 

El Evangelio de Marcos nos sorprende con un “ESCUCHAD TODOS”. Estamos ante un nuevo “Escucha Israel”. Lo que viene es algo institucional y para siempre. Es algo FUNDANTE y para no olvidar. “Lo que hace impuro al hombre no viene de fuera sino de dentro”. Viene del corazón. Es al corazón lo primero que hay que mirar para calibrar el valor de lo que hace el hombre de cara a Dios y de cara al hermano.

Desde las palabras de Jesús todos los “aparatajes” humanos quedan muy relativizados. Y aparataje son o pueden ser los códigos, leyes, tradiciones, usos que a lo largo de los tiempos nos hemos ido dando. Y en la Santa Iglesia de Dios tenemos muchas de estas cosas que se siguen imponiendo y haciendo por “tradición” de la mala, o porque “siempre se ha hecho así” o porque “yo lo mando”. El Concilio Vaticano II supuso un intento eclesial de ponerse al día y adecuar las “normas” de la Iglesia a los tiempos actuales, tratando de limpiar las adherencias que a lo largo de 2000 años se habían pegado al “evangelio” y que lo iban envolviendo en una red de normas, ritos, costumbres que ocultaban o desinformaban la verdad evangélica. La tarea allí iniciada, está inacabada. Ahora, con la “Sinodalidad” parece que quiere darse un nuevo “impulso” a esta ardua tarea de restablecer “la Alegría del Evangelio”.

La carta de Santiago nos recuerda que el hombre es un espíritu encarnado. Que no basta con decir “Señor, Señor”. Apela permanentemente a la necesidad de la “encarnación” del espíritu o de la interioridad de la ley. La “interioridad” debe necesariamente encarnarse en hechos concretos porque el hombre es espíritu encarnado o interioridad encarnada. Querer mantener una dimensión sin la otra es negar al hombre. En el cristianismo (como en todas las religiones y otros “ismos”) hay siempre un peligro de escapismo de la realidad histórica externa. Parece ser que ya en tiempos de Santiago a algunos les bastaba con decir cosas bonitas o tener sensaciones íntimas de fuerte misticismo. Santiago apelará permanentemente a la prueba de las “obras”. No lo dice, pero parece pensar que “obras son amores y no buenas razones”. Nos dirá que el corazón puro debe dar frutos, debe dar obras concretas de amor. Visitar huérfanos y viudas y no mancharse las manos con este mundo. (Mundo = a entramado de valores o contra-valores construido por la mano del hombre sin contar con la Ley de Dios. Quizás aquí valga repetir aquello de que del corazón del hombre salen “los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad”)

  1. Gonzalo Arnáiz Álvarez, scj.
No hay comentarios

Escribe un comenario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

togel online wengtoto wengtoto wengtoto wengtoto wengtoto