24 Oct Homilía Domingo XXX del Tiempo Ordinario
Las lecturas de hoy nos hablan de la vida como camino que hay que recorrer y donde nos vamos encontrando con todo tipo de personas. Ahí está Aquel que guía entre consuelos y, sobre todo, comprende a los ignorantes y extraviados pues El mismo sabe de las debilidades, nos dicen las dos primeras lecturas.
Nos hallamos después en Jericó, la ciudad más antigua del mundo que ha sido habitada de manera ininterrumpida, uno de los caminos a seguir desde el noreste para llegar a Jerusalén. Y ahí está Jesús en compañía de los suyos y “bastante más gente” atravesando la ciudad; de hecho, se nos dice que están ya fuera de ella, la periferia…
En las afueras sentado al borde del camino está Bartimeo pidiendo limosna. El es ciego y mendigo, un extraviado, un sin techo que diríamos hoy, por lo que imagino que posiblemente no le dejaban pedir dentro de la ciudad, no había lugar para él y las afueras se habían convertido en su hogar.
Por ello me sorprende su determinación y sus gritos insistentes; o estás muy desesperado, o tienes mucha fe, o quizá las dos cosas, si es que soy capaz de ponerme un poco en su piel. Bartimeo se fia de Jesús más allá de las expectativas o de las opiniones ajenas. Su “ten compasión de mí” es un grito de dolor en medio de la vida cotidiana; ha entendido que no es momento de quedarse de brazos cruzados maldiciendo su vida y llama con insistencia. Por suerte, siempre hay gente en este mundo que en vez de hundirte más en la miseria es capaz de dar ánimo y ayuda: “levántate que te llama”. Y allá que va.
Hace exactamente un año que empecé a trabajar como voluntario en Nimega con los “sin techo”, por lo que al leer el evangelio no he podido dejar de pensar en ellos, los bartimeos de hoy. Solo en la región donde vivo hay 1357 personas que no tienen techo propio; son de muchas nacionalidades, en general de la unión europea, pero solo el ocho por ciento de ellos cumple con la imagen estereotipada que “duermen en la calle”; un treinta y tres por ciento con otras personas en casas, coches o caravanas, y un veinte por ciento en refugios para personas sin hogar. En los Países Bajos hay más de 30.000 personas sin hogar, un número parecido al que existe en España, y se sabe que entre ellas los que tienen serias adicciones es solo una pequeña parte. Cada vez hay más personas “sin techo” que simplemente no pueden afrontar el pago-renta de un piso…
Si fuera capaz de ponerme en el lugar de ellos, los bartimeos, alzar mi voz sin dudas y al escuchar la pregunta de Jesús: ¿qué quieres que haga por ti? ¿qué pediría que fuese concedible? Es más, si hoy se presentara Jesús nazareno y me preguntase qué quieres que haga por ti, ¿qué pediría?…
Para no variar, las respuestas las dejo para que cada uno lo piense y lo hable con El, pero que menos que pedirle al Señor que nos diera a todos su Luz para que podamos ver por nosotros mismos la mejor luz, alguna solución entre los sin techo o cómo poder ayudar-servir al estilo de quien queremos seguir, Aquel que siempre dio su Luz a los más desfavorecidos.
Jesús Baena.
No hay comentarios