
09 May Homilía – Jesús Baena
Cuando uno no espera (casi) nada, la decepción siempre es menor, y las buenas noticias son acogidas con profundo entusiasmo. Por eso los gentiles se alegraron y alababan la Palabra del Señor, pues era un mensaje para todo el mundo, y eso incluía, naturalmente, a todos los no judíos; en este caso, y hoy diríamos, a todos los excluidos, marginados…
Desafortunadamente, siempre hay personas dispuestas a manipular las mentes de otros cuando las cosas no son como ellos quieren, aunque, por suerte, siempre hay también otros sitios a los que acudir y otras personas que encontrar.
La segunda lectura es del Apocalipsis. La leo despacio para no perderme en su farragoso lenguaje, y aprecio el mensaje de ser conducido hacia fuentes de aguas vivas y de que el Señor enjugue mis lágrimas. Es bonito.
El Evangelio nos habla del vínculo que hay entre el Señor y cada uno de nosotros. Para hacerlo, Jesús utiliza una imagen tierna, una imagen hermosa: la del pastor que está con las ovejas. Y la explica con tres verbos:
«Mis ovejas —dice Jesús— escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.»
Tres verbos: escuchar, conocer, seguir.
En primer lugar, las ovejas escuchan la voz del pastor. La iniciativa viene siempre del Señor; es Él quien nos llama a la comunión con Él. Pero esta comunión nace si nosotros nos abrimos a la escucha.
Escuchar a Jesús se convierte así en el camino para descubrir que Él nos conoce. Este es el segundo verbo, que se refiere al buen pastor: Él conoce a sus ovejas, que en sentido bíblico quiere decir también amar. Quiere decir que el Señor, mientras “nos lee dentro”, nos quiere, no nos condena. Si le escuchamos, descubrimos esto: que el Señor nos ama.
El camino para descubrir el amor del Señor es escucharlo.
Finalmente, el tercer verbo. Las ovejas que escuchan y saben que son conocidas siguen: escuchan, se sienten conocidas por el Señor y siguen al Señor, que es su pastor.
¿Y quien sigue a Cristo, qué hace? Va donde va Él, por el mismo camino, en la misma dirección, se interesa por quien está lejos, se toma en serio las situaciones de quien sufre, sabe llorar con quien llora, tiende la mano al prójimo, se lo carga sobre los hombros.
¿Y yo? ¿Me dejo solo amar por Jesús y del dejarse amar paso a amarlo, a imitarlo?
Escuchar, conocerlo y seguirlo.
Mientras escribo estas palabras, acabamos de saber quién es el nuevo Papa: Robert Prevost, o también, León XIV. Buena señal, me parece a mí. Así que acabo con las palabras que nuestro fundador escribió sobre León XIII, esperando que el nuevo Papa siga la misma senda, entre León XIII y Francisco:
“No fue solamente un intelectual, sino un hombre de acción. Él no se contentó con leer a los sociólogos, fundó obras. Obispo de Perugia estableció escuelas nocturnas, montes de piedad agrícolas, jardines de S. Felipe Neri, círculos y patronatos. Es un obispo social… Él seguía el movimiento de la obra de los Círculos en Francia y en Bélgica, de los Gesellenverein en Alemania. Elegido Papa, él debía ser un Papa político y social.”
Amén.
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