
08 Jun La Vida Religiosa Profética y los cuatro verbos sobre los Migrantes y Refugiados
La base teológica de los cuatro verbos que el Papa Francisco destacó en su Mensaje para los Migrantes y Refugiados son: acoger, proteger, promover, integrar. Cuatro verbos que son algo más que meras estrategias para la acción. Expresan declaraciones integrales sobre Dios. “Cuando algún extranjero se establezca en el país de ustedes, ámenlo como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto …“ (Lev 19,34). En otras palabras, estos cuatro verbos tienen que llegar a ser nuestras credenciales porque son las credenciales de Dios.
- Acoger: No es solo una actividad de la Iglesia, sino un don que la Iglesia recibe de la Trinidad, y que es invitada a compartir con toda la humanidad.
- Proteger: Algunos textos bíblicos bien conocidos (Salmo 4, 8, Salmo 146, 9, Ex 22, 21-24) nos revelan que Dios es la fuente de la seguridad.
- Promover: Es Dios quien crea las condiciones que nos permiten actuar nuestro potencial como individuos y comunidades. El Hno. Gioacchino citó una frase del Papa Francisco a los obispos de los Estados Unidos (23 de septiembre de 2015): “Me gusta pensar en la Trinidad como un ‘espacio’ de comunión infinita que invita a la Iglesia a una dinámica totalmente inclusiva, teniendo siempre las puertas abiertas …”
- Integrar: Esto implica derribar las barreras y los muros que nos dividen. El fundamento bíblico lo encontramos en textos como Ef 2, 14 y Ef 2,19-22. Se trata de ir pasando de la ‘hospitalidad a un ‘regreso al hogar’. En Jer 29,4-7, se nos recuerda que transformar la emigración en la posibilidad de recrear un hogar es una responsabilidad mutua.
Para realizar este programa se nos dan también algunas ‘alertas de viaje’:
- El camino que trazan estos cuatro verbos exige presencia y paciencia.
- Como todo camino profético, supone un arduo discipulado.
- En el complejo fenómeno de la movilidad humana no hay lugar para aficionados. Una buena formación y experiencia son requisitos fundamentales.Tenemos que recordar que se trata de un programa de Dios, no nuestro. Un camino que debemos recorrer con humildad y humor, como se lee en Evangelii Gaudium.
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