Misión Camerún, un país donde donde abunda la pobreza, la precariedad y la corrupción

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Misión Camerún, un país donde donde abunda la pobreza, la precariedad y la corrupción

El P. Pascal es un Dehoniano de Camerún que ha pasado los últimos años en España, estudiando y preparando su tesis doctoral en Bioética. Antes de su regreso definitivo a Camerún lo entrevistamos para que nos cuente cómo es la presencia de nuestra congregación en este país africano.

-Los Dehonianos llegaron a Camerún en 1912, ¿cómo fueron los inicios de los Dehonianos en este país? 

-Los inicios fueron difíciles en un contexto de paganismo y animismo generalizado. Los primeros misioneros dehonianos fueron hombres de fe, con una visión clara del reino de Dios que anunciaban. Debemos contar con el hecho que eran alemanes y no sabía nada de la cultura y las lenguas locales. Tuvieron que aprender todo desde nada. Qué coraje, qué gran atrevimiento.

Una etapa muy importante, recuerdo, fue el paso que hicimos como provincia de una presencia misionera-religiosa (con hermanos viviendo a veces solos, lejos unos de los otros) a otra presencia religiosa-misionera, con un gran enfoque sobre la vida fraterna vivida en comunidad de hermanos llamados a una misión común.

– En 1916 cuando el grupo de misioneros alemanes fueron expulsados de Camerún llegaron a España, en concreto a Zahara de los Atunes (Cádiz). Años más tarde, en 1919, se fundó de modo oficial la primera comunidad española en Puente la Reina (Navarra). ¿Qué Comunidades dehonianas hay ahora en Camerún? 

-La provincia de Camerún tiene siete zonas de presencia y diecinueve comunidades. Tres comunidades en la parte anglófona, zona de Bamenda (Bamenda, Balikumbat y Ndu); trece en la parte francófona con las zonas de Nkongsamba, Bafussam, Yaundé, Duala, y Yagoua en el norte, que sirve de vínculo con la zona del Chad donde tenemos tres comunidades (Gobo, Kolon y Batchoro).

– ¿Qué situación se vive en las calles de Camerún?

-La situación política, social y moral es de lo más difícil: nepotismo, tribalismo, pobreza, desigualdad y desempleo. En lo religioso hay mucho animismo y sincretismo religioso.

– ¿Qué proyectos sociales desarrollan los Dehonianos en este país? 

Desde hace muchos años estamos involucrados con los niños de la calle en Bafussam. El proyecto se llama JED (Jóvenes en Dificultad). Hay muchos más campos abiertos. Por ejemplo, con los refugiados en la parte anglófona de Camerún donde hay crisis política y social, con violencia cotidiana.

-En Camerún, ¿en qué proyecto estabas involucrado?

-Trabajé unos años, al inicio de mi sacerdocio como director de un conjunto de escuelas católicas. Después fui capellán diocesano de Justicia y Paz; y finalmente párroco de San Pablo de Ekangté durante 4 años en la Diócesis de Nkongsamba, en el litoral del país.

– ¿Cómo se consiguen fondos para financiar estas obras?

-La fuente principal en el pasado era la aportación extranjera: de la provincia francesa, del Fondo de Ayuda General (la Congregación) o de las provincias de Alemania, Holanda o Estados Unidos. Hoy, al menos para sostener el proyecto con los Jóvenes en Dificultad lo hacemos con fondos propios y donaciones de bienhechores locales. La autofinanciación es el más grande e importante desafío que tenemos en Camerún. En mi opinión ahí se juega, en una proporción nada despreciable, nuestro futuro, la estabilidad y la relevancia de nuestra misión.

– El COVID está acentuando las situaciones de pobreza en el mundo, ¿cómo está afectando el virus en Camerún? ¿Están los Dehonianos desarrollando acciones especiales ante esta situación?  

-El COVID tiene otra resonancia en Camerún. El país ha batido todas las previsiones alarmistas de la OMS. Según me cuentan, el impacto tiene mucho más que ver con el contexto mundial de incertidumbre, desigualdad y precariedad que con la enfermedad en sí. En Camerún algunos dicen que el gobierno ha acabado con el virus. Yo no lo creo. Las medidas barreras que se han decretado muchos no lo toman en serio.

– Lleva ya varios años en España, ¿dónde ha estado y cuál ha sido su función? ¿Qué tal ha sido la acogida en este país?

-Exactamente llevo seis años en España. Pasé un año en Murcia, San Javier. Tengo buenos recuerdos de aquella comunidad, de los pasteles de las hermanas, del paseo con la bicicleta junto al Mar Menor, y muchas otras experiencias.

Y después vine a Madrid, donde he pasado cinco años que nunca olvidaré. Llegué a España en un momento particular de mi vida como religioso dehoniano. Necesitaba como una brújula para dar propósito a mi vida. A Dios gracias lo encontré. Primero en San Javier con la acogida de la comunidad y una vida fraterna de calidad y después en Madrid. Aquí he estado centrado en formarme espiritual e intelectualmente para a partir de ahora ser útil en el contexto de dónde vengo, Camerún, donde abunda la pobreza, la precariedad y la corrupción. Nunca, ni un solo día olvidé que estudiaba para ayudar mañana a mi país, en general, y en concreto a la Iglesia y la provincia Camerún en particular. Arrodillado, al levantarme de la cama cada mañana, mis primeras palabras de oración cotidiana versan sobre Camerún, su pueblo y el futuro que le espera.

Vuelvo a Camerún muy bien formado, con una cabeza llena y un corazón abierto con pasión de servir y amor. He hecho muchas especializaciones, el doctorado en Ciencias de la Salud y en filosofía. Master Bioética, Master en Recursos Humanos y la Licenciatura en Teología moral. Mi tiempo en España ha sido totalmente dedicado al estudio.

– ¿Tiene ganas de volver a Camerún? ¿Qué es lo que más echa de menos de allí?

-Tengo muchas ganas de regresar a Camerún. Tengo la sensación de haber hecho lo que debía hacer, lo correcto. La congregación, la provincia de España, a la que se lo agradezco, y la provincia de Camerún, han invertido mucho en mí. Soy muy consciente y estoy agradecido. El deber ahora es mío: devolverlo para el progreso de todos. Estoy dispuesto a todo. Y lo haré con pasión y devoción. Soy un ser muy apasionado. Me gusta hacer las cosas con pasión. El otro día, el P. Simón Reyes, sabiendo mi pasión por hacer las cosas, me decía en una expresión de Séneca que nunca olvidaré. “Pascal en tu nueva misión, SIN PRISA, PERO SIN PAUSA” I like it. Me hizo pensar a una obra de literatura clásica de un africano, Aimé Cesaire, La tragedia del rey Christophe.

Soy de los que piensa que, en África, en Camerún, tenemos lo que hace falta para despegar: talentos, recursos naturales. Falta una cosa, la determinación por hacer lo que debemos hacer por deber. Por eso, hay un trabajo importante para hacer sobre la facultad de la voluntad si queremos recuperar el retraso que el continente acumula.

Hoy en día, en el campo de la transformación digital, hay un concepto muy de moda, lo del Leapfrogging traducido como “salto de rana”. Si los países subdesarrollados son serios, pueden en pocos años recuperar la distancia de progreso que ahora les separa de los países desarrollados. Pienso personalmente que los religiosos africanos, y los jóvenes dehonianos de hoy deben formarse para responder en este contexto de grandes oportunidades que nos brinda la revolución digital.

Otra cosa más, también quiero ver a mi mama que esta malita, a mi hermana, a los sobrinos etc. Y mejor que todo vivir y contribuir al crecimiento de Camerún.

Finalmente, más que todo, echo de menos la misas con cantos. Una de mis pasiones es bailar y siempre me gusta bailar durante la misa…  Transmite alegría y manifiesta nuestra esperanza como pueblo en marcha hacia la fiesta del cielo.

 

Alfonso González Sánchez
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