
04 Ene Orar con la palabra 6 de enero
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.
Homilía de la Epifanía del Señor
Estamos delante de una gran celebración navideña: la Solemnidad de la Epifanía del Señor. Hoy celebramos la manifestación del Verbo Encarnado a todos los pueblos con el símbolo de la visita de los magos al Niño Jesús. Hoy, más que nunca estamos llamados a reconocer a Cristo como la luz universal y al mismo tiempo estamos llamados a comprometernos en ser portadores de esa luz al mundo.
El profeta Isaías nos exhorta: “¡Levántate y resplandece porque llega tu luz!”. Pero, llega tu luz no para permanecer escondida en la intimidad de tu vida. La exhortación del profeta nos invita a que seamos portadores de luz para los demás pueblos y naciones, a ser portadores de la certeza de que la gloria de Dios nos ilumina y nos llena de esperanza por la presencia de Dios que está con nosotros. Y esta misión que recibimos de ser luz y esperanza a todos los pueblos este año tiene un sentido todo especial, ya que estamos viviendo un año jubilar donde nos resalta que nuestra esperanza está fundamentada en Cristo.
Por tanto, tomemos la consciencia de que este año la gloria de Dios se verá sobre nosotros y a Cristo, como nos lo recuerda el salmo 71, “póstrense ante él todos los reyes, y sírvanle todos los pueblos.”
Sí todos los pueblos, pues como bien nos recuerda Pablo en la segunda lectura de hoy, la salvación que Cristo nos trajo con su encarnación, muerte y resurrección incluye a todos los pueblos. Además, nos recuerda que este misterio, que antes estaba oculto, ha sido revelado en Cristo a todos los pueblos, incluso los gentiles también participan de esta gracia, o sea, también ellos son coherederos de la promesa.
Esta promesa y profecía se cumple en Jesús. Él es la luz que atrae a los sabios de oriente, en los que la tradición ha representado toda la humanidad (diversidad de razas) y toda persona (diversidad de edades). Dejemos que Jesús, el Verbo Encarnado ilumine nuestras vidas y nos envíe a reflejar su luz al mundo. Acojamos el gran regalo de la salvación traída a nosotros por Jesús, en Verbo Encarnado y ofrezcamos también nosotros al Señor nuestros mejores dones y talentos con las siguientes preguntas: ¿Estamos dispuestos a seguir esa luz, que es Jesús, incluso en estos tiempos de incertidumbre? ¿Estoy dispuesto a dejarme iluminar por Cristo?
Que esta celebración de la Epifanía nos ayude en la renovación de nuestra misión de evangelizar y testimoniar el amor de Dios para todos los pueblos, siendo portadores de esperanza.
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