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PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO… EN IMPERATIVO

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO… EN IMPERATIVO

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 25-28. 34-36

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Reflexión de la homilía

Un año más el adviento ya llama a nuestra puerta. Y nuestro mundo se empeña en querer celebrar las cosas sin prepararlas. Me explico.

Yo no sé vosotros, pero uno tiene la sensación de que queremos llegar a la navidad sin pasar por el adviento. Al menos nuestra sociedad casi nos lo impone: calles ya adornadas, comercios donde ya brillan las luces de navidad en pleno noviembre, rebajas que anticipan incluso las rebajas de enero, música de cascabeles y villancicos en la televisión… queremos Navidad, sí, pero no queremos prepararla. No queremos Adviento.

Pero el Adviento es necesario. Como es necesario, antes de una gran fiesta en nuestra casa, tener todo preparado… nadie se pone a cocinar los platos en un día de fiesta sin haber comprado antes los ingredientes. Pues a esto nos llama el Adviento este año: a preparar la venida de Jesús, con tranquilidad, sin prisas, sin agobios. A no tratar de celebrar su nacimiento sin habernos parado antes…

Las lecturas de este primer domingo nos insisten en ello: es verdad, se acerca nuestra liberación, pero antes tendremos que darnos cuenta de cómo estamos y de la tarea ingente que tenemos por delante. Es trabajo. Será duro. Pero contamos con la fuerza de Dios para ello.

San Lucas nos invita a mirar al futuro-esperanza como principio de acción. Vivido desde la esperanza, este tiempo no será tiempo de escapismo, de huida del mundo, o del desenfreno alocado, sino un tiempo para ir fraguando el futuro esperado e incluso adelantarlo como he dicho antes. Él, Lucas, además, nos propone un primer gesto en dos momentos: ¡DESPERTAR NUESTRA VIDA!

Y lo hace con las siguientes palabras: “Cuando empiece a suceder esto…

Levantaos. Si nos pide que nos levantemos… es que estamos y nos empeñamos en estar sentados, quietos, inmóviles. Pero Lucas insista en que somos libres. No estamos sometidos a ningún poder de este mundo. Podemos dejarnos seducir por estos poderes, pero siempre está en nuestras manos el no sucumbir y el mirar hacia el futuro con esperanza. ¡Nos podemos levantar! Y movernos… Dios no llegará mientras estemos sentados… ¡Nos pillará moviéndonos!, y amando, sirviendo, rezando,… Eso es levantarse.

Pero no se queda ahí. Alzad la cabeza. Llega vuestra liberación. No somos esclavos. No hay que ir cabizbajos ante nadie. Jesús nos ha traído y trae el “rescate” por el que somos liberados de nuestros pecados, de nuestro corazón torcido, de nuestro egoísmo, de la muerte y de las secuelas de nuestra finitud. Alzar la cabeza para Lucas es elevar nuestra mirada, que en ocasiones se queda corta: porque somos cortos de vista. Alzar la cabeza es sentirnos Hijos de Dios… amados por Él de un modo tan radical que supera nuestras expectativas.

Levantarse y alzar la cabeza, conscientes de que Dios está cerca. Es el primer gesto para nuestro adviento este año: para despertar nuestra vida, para ponernos en movimiento.

Y termino. Ya sabéis que Adviento viene del latín adventus y significa, literalmente, “hacia el que viene”. En Adviento nos ponemos en camino… somos nosotros los que vamos hacia, los que nos dirigimos. De ahí el grito de Lucas de levantarse y alzar la cabeza. Estamos en movimiento. Pero vamos hacia alguien que ya se ha puesto en camino hacia nosotros. Dios no se resiste a no amarnos y, antes incluso de que nosotros demos un paso, ya lo está dirigiendo hacia nosotros. Vamos hacia un encuentro. Que ojalá este adviento podamos ir dando pasos, tranquilos, sin las prisas que nos mete el mundo para celebrar las cosas sin más… Que ojalá podamos encontrar a Dios en nuestra vida. Que ojalá podamos encontrar a Ese que viene y que es nuestra liberación.

Queridos todos, feliz Adviento y feliz inicio de año litúrgico. Feliz Año (litúrgico) Nuevo. Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos (Tesalonicenses 3, 12 -4,2)

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