Dehonianos

Gerard O’Connell

El rey Carlos III y la reina Camila del Reino Unido fueron recibidos en audiencia privada por el papa León XIV en el Palacio Apostólico Vaticano la mañana del jueves 23 de octubre, durante una visita de Estado a la Santa Sede. Posteriormente, por primera vez en la historia, un monarca británico y un papa rezaron juntos en la Capilla Sixtina, en un acontecimiento de gran relevancia ecuménica.

La pareja real llegó al Vaticano en un cortejo de automóviles que atravesó la Plaza de San Pedro y el Arco de las Campanas para luego llegar al Patio de San Dámaso del Palacio Apostólico. Fueron recibidos con todos los honores de Estado por la Guardia Suiza de Honor, mientras una banda interpretaba los himnos nacionales del Reino Unido y del Estado de la Ciudad del Vaticano. El regente de la Casa Pontificia, monseñor Leonardo Sapienza, los acompañó después a la biblioteca del papa, donde fueron recibidos por el papa León.

Carlos había conocido ya a otros tres papas —Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco— cuando era príncipe de Gales, y se había reunido con Francisco por segunda vez tras su ascenso al trono; para él y la reina Camila este era el primer encuentro con el papa León.

Al término de la audiencia, el rey Carlos presentó al papa León a los representantes de la Iglesia de Inglaterra que lo acompañaban. Luego obsequió al pontífice una gran fotografía en plata y un icono de san Eduardo el Confesor, mientras que el papa le regaló una versión a escala reducida, realizada en el Vaticano, del mosaico del “Cristo Pantocrátor” que se encuentra en la catedral normanda de Cefalú, en Sicilia.

Además, en un extraordinario intercambio de distinciones, el rey Carlos confirió al papa León la condecoración de Caballero de Gran Cruz de la Orden del Baño, que tradicionalmente se otorga a jefes de Estado. Por su parte, el papa concedió a Carlos la distinción de Caballero de Gran Cruz con Collar de la Orden Vaticana de Pío IX, y a la reina Camila la distinción de Dama de Gran Cruz de la misma orden.

Tras la audiencia privada, el rey Carlos se reunió con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, y con el arzobispo Paul Gallagher, secretario para las relaciones con los Estados y las organizaciones internacionales, nacido en Inglaterra. El rey había conocido por primera vez al cardenal Parolin cuando este participó en la ceremonia de coronación real en mayo de 2023, siendo el primer representante papal en asistir a la coronación de un monarca británico en 500 años.

El Vaticano emitió una declaración después de que la pareja real abandonara la ciudad-estado, recordando su encuentro con el papa León. Luego, refiriéndose a las “cordiales conversaciones” en la Secretaría de Estado, afirmó que “se expresó aprecio” por “las buenas relaciones bilaterales existentes”. Se abordaron “cuestiones de interés común… como la protección del medio ambiente y la lucha contra la pobreza” y se prestó “particular atención… al compromiso compartido de promover la paz y la seguridad ante los retos globales”. También se reflexionó sobre “la historia de la Iglesia en el Reino Unido” y la “necesidad de continuar promoviendo el diálogo ecuménico”.

Mientras el rey Carlos visitaba la Secretaría de Estado, la reina Camila participó en una visita guiada a la Capilla Paulina con la doctora Barbara Jatta, primera mujer directora de los Museos Vaticanos. La capilla, construida entre 1537 y 1540, es la capilla papal oficial y también el lugar donde los cardenales se reúnen antes de entrar en el cónclave en la Capilla Sixtina.

Una oración histórica en la Capilla Sixtina

Poco después del mediodía, se escribió una página de historia cuando la pareja real entró juntos en la Capilla Sixtina, seguida por el papa León y por el arzobispo Stephen Cottrell, arzobispo anglicano de York, para recitar y cantar juntos la oración de mediodía de la Iglesia.

En calidad de rey, Carlos es el gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra y, a petición suya, la función ecuménica se centró en dos temas: la unidad de los cristianos y el cuidado de la creación. El tema de la unidad quedó subrayado por el himno de apertura, cuyo texto fue escrito por san Ambrosio y traducido al inglés por san John Henry Newman (en 2019, el entonces príncipe de Gales había asistido a la canonización por parte del papa Francisco del sacerdote y estudioso anglicano que se convirtió al catolicismo). El lugar de la ceremonia subrayaba el tema del cuidado de la creación: el techo de la Capilla Sixtina fue pintado por Miguel Ángel con nueve escenas tomadas del Libro del Génesis, la más conocida de las cuales representa a Dios extendiendo la mano para crear a Adán.

Durante la ceremonia, la pareja real, el papa y el arzobispo se sentaron en sillas bajo el Juicio Final de Miguel Ángel, que el artista pintó entre 1536 y 1541, en los años posteriores a la separación de las Iglesias de Roma e Inglaterra en 1534.

La celebración religiosa fue presidida por el primer papa nacido en Estados Unidos, mientras que el arzobispo de York leyó la oración introductoria. Tres coros dirigieron el canto de himnos y salmos: los niños de la Capilla Real del Palacio de St. James, el coro de la Capilla de St. George en el Castillo de Windsor y el Coro Sixtino.

Tras rezar en la Capilla Sixtina, el rey y el papa se dirigieron a la Sala Regia, una sala de representación situada entre la Capilla Sixtina y la Capilla Paulina, para mantener una conversación sobre el cuidado de la creación. Allí se unieron a ellos representantes de organizaciones medioambientales y del mundo empresarial comprometidos con el desarrollo sostenible. Sor Alessandra Smerilli, secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, dio un discurso introductorio al encuentro. Al finalizar, el papa y el rey se intercambiaron orquídeas, una planta conocida por su resistencia en entornos difíciles, como símbolo de su compromiso común con el cuidado de la creación.

Otra piedra miliar

Después de la ceremonia religiosa, la pareja real se despidió del papa y salió del Vaticano. Por la tarde se trasladaron en coche a la basílica papal de San Pablo Extramuros, anexa a una abadía benedictina, para otra ceremonia ecuménica. La basílica y la abadía tienen vínculos seculares con la monarquía inglesa, que se remontan a los reyes sajones que contribuyeron al mantenimiento de este antiguo edificio construido sobre la tumba de San Pablo. En la Baja Edad Media, los reyes de Inglaterra eran considerados los protectores de la basílica y la abadía, como recuerda la insignia de la Orden de la Jarretera que aún puede verse ahí.

El abad benedictino de San Pablo, Donato Ogliari, y el arcipreste de la basílica, el cardenal James Harvey, recibieron al rey y a la reina a su llegada y los acompañaron a través de la Puerta Santa —abierta solo durante el Año Jubilar— hacia el interior de la basílica y hasta la tumba de san Pablo bajo el altar mayor.

El abad benedictino presidió la ceremonia, que incluía la acogida del rey Carlos como “Cofrade Real”, es decir, miembro real de la cofradía de la basílica y la abadía de San Pablo. Se trata de un honor único concedido al rey Carlos con la aprobación del papa León. El texto que otorga el título fue leído y afirma que el honor se confiere “en reconocimiento del histórico vínculo entre la monarquía inglesa y la basílica y la abadía, y como muestra de gratitud por los pasos dados desde el Concilio Vaticano II en el camino ecuménico común” por las Iglesias de Roma e Inglaterra. Además, se confiere “como signo y prenda de amistad recíproca y de nuestro compromiso con la tarea fraterna del movimiento ecuménico, para que nuestras Iglesias, caminando juntas, puedan avanzar en la búsqueda de la unidad por la que Nuestro Señor oró”.

Entendido como un gesto de hospitalidad y de comunión espiritual, el título de “Cofrade Real” refleja la amistad cada vez más profunda entre la Iglesia católica romana y la Iglesia de Inglaterra, y es también un reconocimiento de los esfuerzos realizados por el propio Carlos para reunir a las personas de fe. Para acompañar este honor se diseñó una silla especial, decorada con su escudo real y el lema Ut Unum Siint —palabras tomadas del capítulo 17 del Evangelio de Juan que también dan título a una encíclica de 1995 del papa Juan Pablo II sobre el ecumenismo y la unidad de los cristianos. El rey se sentó en esta silla durante el canto de las vísperas. Tras la ceremonia, la silla permaneció en la basílica.

La oración vespertina concluyó con el rezo del Padrenuestro en inglés y, poco después, el rey Carlos se dirigió en automóvil al cercano Colegio Beda, un seminario católico dedicado al santo inglés Beda el Venerable, para hombres que disciernen su vocación sacerdotal en edad avanzada. Durante una recepción organizada por el colegio, se reunió con los seminaristas en formación, los embajadores de los países de la Commonwealth y los ciudadanos británicos que trabajan en el Vaticano.

Mientras tanto, la reina Camila se reunió con las religiosas católicas de la Unión Internacional de Superioras Generales, un organismo establecido en 1965 para promover una mayor colaboración entre las congregaciones religiosas femeninas. Acompañada por la nueva secretaria ejecutiva del grupo, Roxanne Schares, dialogó con algunas de las hermanas y conoció la labor que realizan en todo el mundo para promover la emancipación de la mujer mediante oportunidades educativas, un mejor acceso a la atención sanitaria, la prevención de la violencia sexual y la trata de personas y la protección del medio ambiente.

Tras estos actos, en el marco de una visita de Estado verdaderamente histórica, la pareja real regresó a Inglaterra, consciente de haber colocado un nuevo hito en el camino hacia la unidad de los cristianos.

24 de octubre de 2025