El pasado 27 de septiembre celebrábamos los 25, 50 y 75 años de vida religiosa de cinco miembros de nuestra Provincia. Con esta ocasión queremos reflexionar brevemente sobre la peculiaridad de la vocación religiosa dehoniana, una llamada que nos une en una misma entrega, aunque se viva de formas diversas.
En nuestra consagración religiosa, con el debido discernimiento personal y comunitario, cada miembro opta por una vocación laical (hermano) o clerical (presbítero).
Pero ¿qué diferencia hay entre unos y otros?
Si atendemos al número 8 de nuestras Constituciones Dehonianas, encontramos que no hay diferencia alguna:
“Todos son iguales en la misma profesión de vida religiosa, sin otra distinción que la de los ministerios.”
En una carta del 25 de febrero de 2023, el P. Juan José Arnaiz, Superior Provincial, ahondaba en esta particularidad de una misma vocación vivida plenamente tanto por hermanos como por presbíteros. Decía:
«Cada uno de nosotros, religiosos, hemos recibido la vocación completa a la que en su momento nos ha llamado el Señor; esta vocación la hemos descubierto y la comunidad nos la ha ido confirmando a lo largo del tiempo.»
Esta llamada a la consagración religiosa, recuerdan también nuestras Constituciones, está enraizada en el Bautismo y en la Confirmación, sacramentos fundamentales para todo cristiano y que nos capacitan para responder a la llamada a la santidad que Dios nos hace.
Los hermanos dehonianos, en nuestra familia religiosa, son testimonio vivo de la fraternidad que Jesús vivió y enseñó a sus discípulos.
Con su vida de oración, trabajo apostólico y entrega cotidiana, nos recuerdan que estamos llamados a formar una sola familia: la familia del Corazón de Jesús, unida por el amor que nos invita a amarle y amarnos.
Aunque somos un instituto religioso clerical —es decir, con mayoría de presbíteros—, en nuestra Provincia española el número de religiosos hermanos es importante: 15 de los 78 religiosos perpetuos que actualmente formamos la Provincia.
¿Cuál es la causa?
No lo sabemos con certeza. Tal vez influya que uno de nuestros apostolados más fuertes es la educación; o el testimonio de los propios religiosos; o quizá el esfuerzo sostenido por dar las mismas oportunidades de formación, responsabilidad y misión tanto a unos como a otros.
Nos sentimos profundamente agradecidos por todas las vocaciones dehonianas, y con esta reflexión queremos dar visibilidad a lo que nos une: la consagración religiosa, vivida desde la generosa donación tanto en hermanos como en presbíteros.
Rogamos al Señor que aumente cada día esta familia de testigos de su amor, con numerosas y santas vocaciones a la vida religiosa dehoniana.