Por Roberto Oliva
En el capítulo XXV de Los Novios, de Alessandro Manzoni, el diálogo entre el cardenal Borromeo y don Abundio refleja la lógica pusilánime de una Iglesia que vive la fe como algo cómodo y neutral, más que como la fuerza revolucionaria del Evangelio.
Don Abundio exclama: “El coraje, uno no se lo puede dar”. Esa misma tentación inspira la pregunta provocadora del cardenal Martini: “¿Cómo es que la Iglesia no se sacude? ¿Tenemos miedo en lugar de valor?”.
El miedo conduce a una Iglesia encerrada en sí misma, que se limita a ofrecer servicios religiosos, sin anunciar con fuerza la opción mesiánica de Cristo.
Más allá del miedo
La Iglesia del futuro está llamada a redescubrir el valor del Evangelio como criterio de discernimiento. Solo así podrá salir del régimen de cristiandad y habitar nuevas culturas y contextos sociales.
Como recordó el Papa Francisco, el Concilio Vaticano II fue una actualización irreversible del Evangelio en diálogo con la cultura contemporánea. No por casualidad, el libro de los Evangelios presidía la asamblea conciliar: toda reforma eclesial requiere una hermenéutica actualizada, atenta a los signos de los tiempos.
Discernimiento eclesial: vocaciones y acompañamiento espiritual
El Vaticano II recuperó la dimensión vocacional de todo el pueblo de Dios. Una Iglesia ministerial e inclusiva necesita una cultura vocacional abierta a creyentes y no creyentes, y requiere un discernimiento constante para acoger carismas nuevos.
Sin embargo, los seminarios y casas religiosas aún reflejan un modelo tridentino. Para caminar hacia la desclericalización que propone el Papa Francisco, urge una reforma en la formación ministerial, que integre mejor la dimensión comunitaria, espiritual y afectiva.
El acompañamiento espiritual personal será clave en la tarde de la historia cristiana, como recuerda T. Halik: la Iglesia debe ejercer la diaconía del discernimiento y del corazón tierno.
Dinámicas relacionales y sexuales
El futuro de la Iglesia también depende de integrar mejor las dinámicas relacionales y sexuales. El escándalo de abusos ha evidenciado carencias en la formación afectiva y una tendencia a los abusos de poder.
La Iglesia está llamada a valorar la afectividad y los vínculos humanos como camino de humanización y humanización responsable. Solo una comunidad con una afectividad libre y madura podrá construir relaciones sanas en la familia de Jesús.
El Foro provincial sobre vocaciones 2025 nos invita a mirar con valentía el futuro de la Iglesia: una Iglesia fiel al Evangelio, abierta al discernimiento y en profunda renovación pastoral.
Publicado el 7 de julio de 2022 en SettimanaNews con el título ‘La Chiesa del futuro’.