Dehonianos

Novelda, 21 de diciembre de 2025

«La Anunciación a José»

Nos encontramos ya a las puertas de Navidad. El Niño Dios está a punto de nacer y venir a nuestro mundo. Viene por amor, no de manera genérica, sino por cada uno de nosotros. Viene por ti, mi y por todos seres humanos. A Dios no le somos anónimos. Él conoce nuestro nombre, lo guarda en su corazón, y lo pronuncia con cariño. Como un niño que se sorprende cuando alguien desconocido lo llama por su nombre, así también deberíamos asombrarnos cuando descubrimos que Dios nos llama personalmente. Por eso, en este Adviento, pidamos un corazón atento para escuchar la voz de Dios pronunciando nuestro nombre.

1. En medio de las dificultades, Dios ofrece esperanza

Todos pasamos por momentos difíciles; incluso desesperantes. La primera lectura nos presenta al rey Acaz, descendiente de David y rey de Judá, temblando ante situaciones que lo superan, “como tiemblan los árboles del bosque al impulso del viento”. Se siente acorralado por otros reinos y, para colmo, no tiene descendencia. Está sin horizonte, sin soluciones.

Y sin embargo, Dios le ofrece una señal: la doncella está encinta y dará a luz un hijo, que llevará el nombre simbólico de Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”. Este niño es, al mismo tiempo, una señal para Acaz y una profecía del Mesías. San Mateo, en el Evangelio, reconoce en Jesús el cumplimiento de esa promesa.

La experiencia de Acaz es también la nuestra. A veces dudamos, nos preocupamos por el futuro, sentimos miedo. Pero hoy, frente a tantas crisis y tantas necesidades, la Palabra nos invita a apostar por la esperanza. No una esperanza ingenua, sino la esperanza cristiana que nace de una certeza: Dios está con nosotros.

2. María y José: colaboradores de Dios

Dios cumple su promesa de salvación en Jesús, con la colaboración humilde de María y José, y con la acción del Espíritu Santo.

El salmo nos prepara: “Va a entrar el Señor. Él es el Rey de la gloria.” Dentro de pocos días celebraremos la Navidad, y nuestras vidas están llamadas a abrirse a su llegada con un corazón limpio y disponible.

San Pablo nos recuerda que estamos ante una nueva etapa, un Nuevo Testamento, una Nueva Alianza. No es solo un acontecimiento histórico; es algo que cambia nuestra vida.

3. La Anunciación a José: un ejemplo de fe y generosidad

El Evangelio de hoy es conocido como la Anunciación a san José. José enfrenta una situación desconcertante. Humanamente todo resulta oscuro. Pero José es “justo”: vive la ley con fidelidad y devoción. Conocía lo que la Ley mandaba ante un embarazo inexplicable, pero decide no denunciar a María. Prefiere el camino de la misericordia, aunque lo ponga en riesgo.

Dios sale a su encuentro: un ángel lo visita en sueños y le revela el misterio. José comprende el designio divino y dice su “sí”, como María. Desde ese momento ocupa un lugar fundamental en la historia de la salvación.

Entre sus muchas misiones, una de las más significativas en la cultura judía fue dar nombre al Niño. Si dar a luz era importantísimo, también lo era poner el nombre. Con ese gesto, José reconoce al Niño y entra de lleno en el plan de Dios.

Pero José no es solo padre legal. Es custodio, protector y educador. Enseñó a Jesús su oficio de artesano, le mostró con su vida la fe, la rectitud, el trabajo.

4. José, maestro de humildad y fortaleza

En estos días cercanos a Navidad, volvamos la mirada hacia san José. Aprendamos de él:

  • Su servicio silencioso.
  • Su humildad sin protagonismo.
  • Su discreción generosa.

Nunca se queja. Nunca reclama. Simplemente hace lo que debe hacer. A los humildes Dios los exalta; a los soberbios los rechaza.

José es también ejemplo de fortaleza interior.

  • Supo encontrar refugio para María y el Niño.
  • Obedeció fielmente la voz de Dios.
  • Libró a la Sagrada Familia del peligro.
  • Consoló a María en el dolor de haber perdido a Jesús.

Todo lo hizo desde la fe.

5. Preparémonos para celebrar la Navidad

Se acerca el nacimiento de Dios, que viene a llenar la tierra de amor, esperanza, alegría y paz. Viene a sacarnos de nuestra miseria, de nuestro egoísmo, de nuestra indiferencia.

La Navidad no es simplemente un recuerdo, sino el acontecimiento más bello de la historia: Dios hecho Niño, que sonríe o llora en brazos de María.

Pidamos hoy en esta Eucaristía:

  • La gracia de reconocer a Jesús como “Dios con nosotros”.
  • La humildad y fortaleza de José.
  • Un corazón dispuesto para que Cristo nazca realmente en nuestra vida. Amén