AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS

AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS

La cuaresma es un tiempo de preparación hacia la pascua.

La liturgia de este tiempo ha conservado un carácter catecumenal para llevarnos a todos a redescubrir nuestro bautismo y llegar a la noche pascual para renovarlo todos juntos.

Este proceso catecumenal lo marca de forma muy particular la Palabra de Dios proclamada en las celebraciones litúrgicas dominicales. El hilo conductor que aparece desde este primer domingo es el de la FE.

En este domingo se nos invita a: no dejarnos envolver por la seducción de la incredulidad:

La padecida por Israel ante los cultos canaeos de la fertilidad, olvidándose de Dios único dador de todos los bienes.

La padecida por Jesús, invitado a vivir su propio camino de filiación como “robo”, más que como don.

Y la padecida por todos nosotros de buscar salvación fuera de Jesús.

Jesús ha recibido su llamada particular en el Bautismo. La voz oída del cielo le ha dicho: “Tú eres mi Hijo, el predilecto”. Sale del bautismo lleno del Espíritu Santo, pero debe concretar cómo responder a la llamada; cómo realizar la tarea de “ser Hijo de Dios”. El Espíritu lo lleva al desierto para discernir el camino y optar por el camino de Dios o por el camino de su realización personal y hacer a su modo y manera.

Ahí están las tentaciones, la prueba y las opciones que Jesús va tomando.

Primera tentación: El tentador aprovecha el hambre que tiene Jesús para estimularle a hacer ver que es Hijo de Dios y por tanto puede convertir las piedras en pan. Así se demostrará a sí mismo su mesianismo y su poder.

Por otra parte, está la Palabra de Dios que dice: no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Palabra que abre a Jesús una perspectiva de vivir en obediencia a Dios y vivir un mesianismo de hambre y con los hambrientos. La “potencia” de Jesús es desde Dios y nunca en su favor. Siempre a favor de los demás. Multiplicará el pan y se hará pan de vida.

Segunda tentación. “Si te postras ante mí, todo será tuyo”. Tentación del poder. Llegar a ser Rey de todo el mundo. Mesianismo político-militar. Aparentemente este era el camino llevado adelante por Moisés o por David, y las promesas mesiánicas hablaban de la restauración del reino de David. ¿No podía, Jesús, estar llamado a ser el gran rey y caudillo de Israel? Para ello solo hacía falta someterse o postrarse ante el dios-poder.

La Palabra de Dios dice: “Solo te postrarás ante el Señor tu Dios y a El solo servirás”. Jesús elige la obediencia a la Palabra y no tener nada ni nadie ante quien postrarse sino solo Dios. El es el Padre y creador y a El solo escuchará y obedecerá porque solo en Dios está la vida. El Padre le indica o señala el camino de los desvestidos, de los desarmados, de los que no tienen poder ni lo añoran ni lo buscan. Será profeta desarmado y al final asesinado.

Será Mesías no en el dominio, sino en el Espíritu. No “patrón” sino “misericordia incondicional”. No será imagen de un Dios “dominador” sino de un Dios, que se abaja y se deja aplastar. Un Dios que entrega la vida y muere. Ese es Dios y no otro.

Tercera Tentación. Jerusalén. Pináculo del templo. Jerusalén y Templo, son los lugares mesiánicos. Lugares hacia los que orientará su vida que será una subida hacia Jerusalén.

El tentador le sugiere que ponga a prueba la misma fidelidad de Dios para con él. Dios enviará “ángeles” para ayudarle y secundarle y hacerle fácil el camino.

Hay que notar, que el tentador usa ahora la palabra de Dios como fundamento de la tentación.

Jesús, también desde la palabra de Dios, asegura y ve que no se puede tentar al Señor para someterlo a tu favor. Dios nos es siempre favorable y está siempre en nuestro caminar, aunque el camino sea calvario y cruz y muerte. Ciertamente el “ángel” será enviado en el momento oportuno (huerto de Getsemaní) para confortar y animar, pero nunca para quitar o desvirtuar la dureza del camino.

¿Qué nos pasa a nosotros? Nosotros en el Bautismo hemos sido consagrados o ungidos como “hijos de Dios”. Este ser hijos, está sometido a la tentación permanente de la incredulidad.

Tentación de:

-No reconocer que todo es DON: tierra, pan, filiación.

O bien no dejar a la Palabra de Dios que guíe nuestra forma particular de ser hijos de Dios: Pobres, sin poder y sin pretensiones ante Dios dejando a Dios ser Dios en nuestra vida.

Si los dos últimos años la cuaresma la hemos vivido en clima de “pandemia”, este año nos toca vivirla en clima de “guerra”. Una pandemia cuya vacuna no se encontrará en los laboratorios clínicos, sino que habrá que hurgar en los corazones de los hombres para que aflore la concordia. Habrá que hurgar la Palabra de Dios para que ilumine esos corazones.

Estamos en pleno desarrollo de la tentación del poder. Y en la forma más brutal que es la imposición por las armas de una ideología. Podemos palpar en nuestras propias carnes, de momento a cierta distancia, las consecuencias de caer en esa tentación: Destrucción y muerte indiscriminada. Todos salen perdiendo. Y esto sucede siempre. En gran escala, como ahora, a escala mundial, y en pequeña escala, dentro de nuestras familias o de nuestra nación. Es mejor imitar a Jesús y entregar la vida por los demás y no imponerse a como haya lugar.

¿Podemos hacer algo, para corregir al que yerra? Sin duda que habría que empezar por la propia casa. En nuestra casa-nación-España también habría que adecentar nuestros proyectos y programas adecuándolos bastante más a las indicaciones de Dios que es Padre y quiere lo mejor para nosotros. A nivel mundial: ¿Qué decirles? He puesto en negrilla la frase: Dios nos es siempre favorable y está siempre en nuestro caminar, aunque el camino sea calvario y cruz y muerte. Es mi convicción. Dios siempre con nosotros. Dios está también en Ucrania y al lado de los más desfavorecidos. ¿Por qué no detiene la guerra? Vuelvo a reescribir lo que decía antes: Será Mesías no en el dominio, sino en el Espíritu. No “patrón” sino “misericordia incondicional”. No será imagen de un Dios “dominador” sino de un Dios, que se abaja y se deja aplastar. Un Dios que entrega la vida y muere. Ese es Dios y no otro. Un Dios solidario y no “jeque”. Eso mismo se está manifestando entre la gente de Ucrania. Dios respeta la libertad del hombre, aunque destruya la “imagen de Dios” que se encuentra en cada hombre. Pero: la última palabra la tiene Dios. Esa Palabra se nos dio en la cruz de Jesús y su resurrección. La muerte ha sido vencida. Dios no abandona a nadie y para todos acontecerá el rescate y la victoria sobre la muerte.

¿Tendremos que rezar? En estas coordenadas yo creo que podemos rezar como signo de solidaridad y como apertura de nuestros corazones para que Dios haga en nosotros aquello que él quiere para nosotros. Podemos pedir que cambie el corazón de los que mandan o imponen su ley. Estoy seguro que Dios está haciendo de su parte lo más que puede. Pero Jesús, nos invita a pedir y en el “padrenuestro” lo hace pidiendo el pan de cada día. La paz es un don “mayor” y entra dentro del pan. Pidamos por la paz y pidamos la paz. Pidamos la conversión de los corazones. Y Dios de su parte hará aquello que pueda enderezar los renglones torcidos por donde algunos hombres quieren escribir la historia.

 

 

 

 

 

 

Gonzalo Arnaiz Alvarez scj
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