Pasito a pasito

Pasito a pasito

Ante los cambios, ante las etapas desconocidas que se nos presentan corremos el riesgo de encogernos, de hacer oídos sordos, de paralizarnos o de salir corriendo como pollo sin cabeza.

¿Cómo nos situamos frente a la vida? ¿Tenemos un proyecto vital? ¿Lo dejamos para el futuro, o ya nos pondrá la vida en su sitio? En ese caso, al llegar a la ancianidad, ¿qué nos queda, vivir sólo de los recuerdos?

Estáis en un momento vital privilegiado. Vivimos una vida privilegiada. Es muy importante que hagamos el esfuerzo por comprendernos a nosotros mismos, aun aceptando las ventajas y los límites de la fase de la vida en la que cada uno nos encontremos.

Tenemos la capacidad de poner a cada etapa de nuestra vida un sello único y realizar en cada etapa lo que le es propio. Junto a ello, estamos obligados a ver en cada fase de la existencia la vida entera, con su exigencia de sentido, con su vocación y con misión peculiar.

Sería absurdo pensar que toda la energía juvenil, la capacidad de acción intensa, el poder del dominio y disfrute biológico son el todo. Son propios de tu juventud y, a la vez, una oportunidad para aprovechar toda esa fuerza para algo que verdaderamente valga la pena, ¿no?

Hay algo común a cualquier circunstancia, a cualquier edad y a cualquier momento vital y es la exigencia del bien, la querencia hacia el bien.  Y es que ´la verdad de cada persona consiste en buscar el bien y el valor en toda circunstancia´. Y pobres de nosotros si las decisiones se cierran sólo al propio interés o al máximo beneficio, porque estaríamos metiendo cartuchos de dinamita en los mismos cimientos de la existencia, que -tarde o temprano- van a hacer saltar por los aires la serenidad, la paz interior, la satisfacción de las pequeñas cosas. actitudes vitales para afrontar cualquier situación, cualquier reto, cualquier cambio.

Está claro, y ya lo habéis empezado a descubrir, que ´el valor de la persona no está en el rendimiento, en la eficacia, en la intensidad de la acción´. Cada momento de la vida está enriquecido por el momento de todos sus momentos (las obras realizadas, las metas perseguidas, el amor dispensado y recibido, los vínculos creados). El ser humano es el mismo -aunque no lo mismo- en todos los momentos de la vida, la cuestión es si estoy realizando mi misión; si lo que vivo y lo que hago responde a mi vocación… y esto está presente en todos los momentos de mi vida.

Hay momentos en los que, quizá aparece el demonio diciendo ¿para qué esforzarse o seguir trabajando, para qué hacer proyectos o perseguir metas?

Ante la vida que cambia y que evoluciona hay preguntas de vital importancia. ¿Tiene sentido mi vida? ¿por qué existo? ¿por qué existe algo y no la nada? ¿puede -de verdad- tener sentido la vida que -sabemos- acaba sí o sí en la muerte?

Todas estas preguntas hacen que surja con más fuerza la necesidad de encontrar un sentido más profundo, más sereno, que no cambie, que sea firme y vertebre toda la existencia.

Una pista puede ser ´que todo lo que expreses, que todo lo que vivas, todo lo que sueñes y sientas, tenga vida´. Estás obligado precisamente por toda la vida y tola la potencia vital que tienes: que todo lo que toques tenga vida.

Otra de las pistas es aceptar el propio ser, con sus condiciones y en todo su alcance, como un don  recibido y como un obsequio que debemos hacer al final de nuestra vida a Aquel que nos la dio. Por tanto, concederle valor: el valor de la existencia radica precisamente en la capacidad de crear vínculos, de establecer relaciones de amistad, ámbitos de convivencia. Así es como crecemos biológicamente y el modo de desarrollarnos personalmente.

Precisamente por la biología sabemos que el hombre es un ´ser de encuentro´, ser que se despliega abriéndose a otros seres y creando con ellos relaciones de encuentro. Claro que esta apertura implica riesgo, pero aporta la manera de realización más creativa, más madura y más rica.

Una tercera pista es la de cuidar las raíces vitales. Desde el seno materno el niño se siente unido a la madre con un vínculo muy funcional, y es el primer paso de esos vínculos familiares que nos vienen dados,  y gracias los cuales somos quienes somos. Es verdad que ya habéis empezado a crear otros vínculos más allá de los de casa, es verdad que estáis disfrutando de una cierta independencia; pero no se trata de romper con lo anterior, sino de ensamblar esto que vas descubriendo y gozando y aprendiendo con todo lo que te han enseñado, con lo que has mamado. ¿O es que ya habéis olvidado que vuestros padres lo han sido todo?

Aunque todavía no está en vuestro horizonte pero, el desmoronamiento de lo físico supone para muchas personas un modo nuevo de apertura: a lo eterno, al Creador. Sin duda es otro modo de riesgo, pero que -bien encajado- da seguridad.

Una cuarta pista es la que tiene que ver con esa despensa vital en la que estás haciendo acopio de todo lo que consideras te va a hacer falta. Y nos han dicho que nos hacen falta euros, y que el físico y ciertos cánones son imprescindibles, y un largo etc. ¿En serio? Esas ´reservas de generosidad´ tienen que ver con el cultivo del autodominio, del orden, de la atención a los demás.

´El joven encuentra en sí mismo el terrero firme desde el que enfrentarse al mundo y comenzar a realizar su obra propia en el mundo´. Es el momento de ordenar y afirmar tus fuerzas vitales, no como las de un potro desbocado, sino con la idea de invertir en ti, de reservar ese empuje vital que tienes para conducirlo a la plenitud, esa es la tarea. ¿Cuál tu obra en el mundo? ¿Qué quieres aportar?

El riesgo es que te entre miedo, por eso surge como una tentación: el  rechazo al compromiso. Es como si se produjera una especie de cortocircuito entre lo que pensamos, lo que queremos, lo que sabemos nos hace nobles y las acciones. A veces, quizá nos falte conciencia de los propios límites, de las debilidades. Pero está claro que puedes empeñarte en lo que parece imposible, ahora es el momento de que te empeñes por lo que merece de veras la pena.

´El joven, tú mismo, se define como veracidad, buen ánimo, pureza, lealtad, honor, orden, diligencia, laboriosidad. El joven se caracteriza por aceptarse a sí mismo, es coherente consigo mismo, toma la responsabilidad de sí mismo´. Tu enemigo no es el individualismo, sino el colectivismo; que se apodere de ti alguien de fuera. la ley del rebaño, el carro ganador. La cosa es tener valor para ser tú mismo, ser la persona que se eres y asumir la responsabilidad  de formarte tu propio juicio, desarrollar tu propia obra, desplegar la propia vitalidad y las fuerza que apuntan al futuro.

No hay más pistas, sí un primer paso. Un texto que contiene la sabiduría de Dios, en boca de san Pablo (de la carta a los Filipenses 4, 6-9):

´Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.
Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.
Y el Dios de la paz estará con vosotros´.

Ante los cambios, ante lo que pueda estar por venir… No hay prisas: pasito a pasito.

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