SOLO DIOS BASTA

SOLO DIOS BASTA

La fe cristiana no puede quedar en el foro interno de la persona sin que se note en las relaciones sociales. La fe cristiana transforma toda la persona y por tanto incide también en las relaciones sociales y públicas. El Reino de Dios no es algo etéreo o solo futuro, sino que ya hoy está en medio de nosotros.

Y hoy la Palabra de Dios toca directamente el tema de la economía. La gerencia de los bienes materiales.

El profeta Amós (8, 4-7) refleja muy bien la situación de su sociedad donde funciona mucho más la usura que la dádiva. Eran tiempos de bonanza económica y el resultado final es que unos pocos tienen mucho y unos muchos tienen poco. Las relaciones sociales no son desde el Derecho y la Justicia, sino que son desde el vandalismo y el sometimiento de unos contra otros. El comercio no distribuye los bienes, sino que se utilizan para acaparar y desestabilizar. El fin último para algunos es hacerse ricos caiga quien caiga. Para ello se justifican todos los medios: pesas falsas, acaparamiento de bienes, salarios de hambre, exclusión y paro.

Una fotografía muy parecida a nuestra sociedad actual que se mueve por los mismos varemos, aunque haya que cambiar los nombres de algunos medios (La bolsa, bienes financieros, capitales golondrina, devaluaciones, especulación, paro, trabajos basura, etc.).

El profeta se atreve a decir que el Señor ve todo esto y que no olvidará estas acciones. No es un tema banal, sino que es tremendamente serio.  No podemos escamotearnos y dejarlo de lado. Es tarea nuestra hacer que nuestra vida sea honesta con Dios y con la sociedad.

El evangelio (Lucas 16, 1-13) retoma el tema con toda seriedad y contrapone frontalmente a Dios y al dinero. Dinero que desde el principio hay que decir que funciona como un anti-Dios o un dios falso

Jesús utiliza una parábola “sorprendente” porque termina alabando la perspicacia o la astucia de un administrador injusto. Un administrador que maneja todos los hilos de poder a su alcance para quedar a salvo de la quema. Trata de hacerse amigos que le amparen una vez que le despidan de su trabajo.

Jesús no alaba las malas tretas, sino que alaba la “astucia” en cuanto capacidad para descubrir la situación en que uno se encuentra y en obrar en consecuencia. En la parábola de las 5 Vírgenes “prudentes”, Jesús utiliza el mismo adjetivo calificativo que en esta ocasión del administrador injusto. Nosotros lo traducimos por “prudentes” pero Jesús las llama “avispadas” o “astutas” y saben prever el tiempo o la situación favorables o se preparan activamente para ella.

Ahora, Jesús nos invita a ser astutos y darnos cuenta de que nuestra situación es precaria y apostemos por el valor “Dios” y su “Reino” que es con mucho lo mejor que podemos hacer. Y nos urge a que no dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. No hay “mañana” porque no está en nuestras manos. Urge la conversión y el cambio de actitud en nuestras relaciones sociales y económicas.

No hay comparación entre Dios y el anti-Dios (dinero). Los bienes materiales (todo) han sido creados por Dios en favor del hombre, de todos los hombres. El dinero es un medio para agilizar o facilitar el intercambio de los bienes materiales entre los hombres. Y estos bienes deben ser administrados con las reglas del Reino de Dios; deben ser administrados entre hermanos de la gran familia de los hijos de Dios.

No es de recibo que muchos estemos preocupados por “mantener la línea” y muchos más estén muriendo de hambre. Algo no funciona. Y seguimos igual.

No es de recibo que en las crisis económicas los ricos consigan superarlas con más riqueza y los pobres sigan sumergidos en más pobreza. Algo no funciona. Y seguimos igual.

No es de recibo que por el mismo trabajo haya distinto salario. Algo no funciona.

No es de recibo que sigamos sin tener la igualdad de oportunidades. Unos las tienen mucho más favorables que otros. Algo no funciona.

Podríamos seguir con una lista interminable donde sobreabunda la injusticia y el abuso, la corrupción y la opresión.

Jesús en esta ocasión no utiliza un tono condenatorio, pero sí utiliza el exhortativo; y se atreve a calificar al “dinero” como “injusto”. Injusto quizás por mal adquirido, o quizás porque es de un rango distinto al de Dios y nunca puede ser “valor absoluto”. Jesús nos invita a introducir en la economía las leyes del “Reino” que hablan mucho más de distribución que de acaparamiento, de solidaridad que de individualismo, de universalidad que de nacionalismos. Nos invita a ver los bienes desde Dios. Y desde el principio Dios creó el mundo y vamos a decir que lo puso en manos y al servicio de todos los hombres y mujeres. Un servicio que no significa explotación sino respeto por lo creado.

Nuestro mundo sigue rodando y sigue repitiendo lo que se describe en la primera lectura. No es nada fácil oponerse a la economía capitalista que mueve nuestro mundo. Pero no podemos dejarlo pasar. Es necesario apostar por una economía solidaria, una economía que esté totalmente al servicio del hombre, de todos los hombres. Habrá que trabajar por un comercio justo y por unas relaciones laborales en las que las personas no estén al servicio del capital, sino que se trabaje por la corresponsabilidad en las distintas tareas. Quizás, como dice Jesús, con el poco o mucho capital que poseamos, tengamos que estar avispados, saber ver los tiempos de Dios y gastar o compartir ese dinero de múltiples formas para ganarnos amigos y seamos recibidos en las moradas eternas. Ganar amigos y hermanos.

Para todo ello es necesario un cambio de mentalidad, un cambio de corazón. Mirar y apostar por Dios como único valor y empezar a ver las cosas desde Dios y relativizar todos los demás valores. No se puede servir a Dios y al dinero. Solo Dios basta.

Gonzalo Arnaiz Alvarez scj
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