ZAQUEO, EL CAZADOR, CAZADO.

ZAQUEO, EL CAZADOR, CAZADO.

Las lecturas de hoy esponjan el alma y ensanchan el corazón. Que alegría despiertan al ser acogidas en su integridad. La lectura del libro de la Sabiduría es para “enmarcar” y tenerla presente en estos nuestros días donde parece oscurecerse la esperanza y las perspectivas de futuro no son muy alentadoras. Abundan los nubarrones de guerras, conflictos y economías en recesión. El progreso económico ilimitado parece haber topado con algún límite que lo bloquea y hasta puede degradarlo.

La Palabra que hoy escuchamos, sin duda puede poner luz en esta nuestra realidad histórica. Podría incluso cambiarla, pero eso no depende solo de ella. Sería necesaria una conversión al evangelio por nuestra parte y eso a escala mundial, lo que atisbamos muy difícil que se lleve a efecto. El principio del cambio está en escuchar la Sabiduría de Dios que se hará carne en su Hijo Jesús.

La Sabiduría empieza por reconocer la grandeza y la omnipotencia de Dios. El mundo entero es ante Dios como un gramo ante una tonelada o como una gota de rocío ante el mar. Somos poca cosa, pero el Señor ama todas estas cosas y no aborrece nada de lo que creó. No creó nada malo. Todo es bueno y muy bueno a sus ojos. Y todo subsiste, porqué Él lo quiere y lo ama. Estamos en las manos de Dios, siempre; y somos porque Él nos ama y sigue amando… siempre. Si no fuéramos objeto de su amor no subsistiríamos. La Sabiduría proclama a Dios AMIGO DE LA VIDA. Dios no quiere la muerte; no quiere que nadie perezca; quiere que el pecador se convierta y viva. Por eso, ante el pecador, lo corrige para que se aparte del mal y crea y se fie de Él que es la fuente de la vida y la salvación.

El AMOR DE DIOS persiste SIEMPRE. Dios no descrea. Todo el universo, fundamentado en Dios, tiene garantía de futuro. Toda la creación camina hacia la Pascua. Nosotros, cada uno, caminamos hacia la Pascua. Nuestro futuro es resurrección y vida eterna.

En esta clave hemos de escuchar lo que Pablo dice a los de Tesalónica a propósito de la segunda venida del Señor. Pablo afirma esta segunda venida. El Señor vendrá. Esta afirmación no debe crear zozobra, como la creó en algunos tiempos. Pero si que debe crear certeza y tensión hacia esa venida del Señor. A la vez que se reafirman todas las cosas, nos dice que si no orientamos toda nuestra realidad hacia ese día, nuestro mundo entra en desbandada. Nada se sostiene fuera de Dios.

Un ejemplo de la actitud de Dios que busca y apuesta por la conversión de cada uno de nosotros, nos la cuenta el evangelio de hoy donde encontramos un protagonista sorprendente: ZAQUEO. Va a ver y “es visto” y llamado por su nombre.

Jesús había dicho en una ocasión que “es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”. Pues aquí nos encontramos con la historia donde parece que el “camello” logra entrar por el “ojo de la aguja”. Un rico, se convierte. ¿Será la excepción? Jesús constata lo difícil que es la conversión para el que pone su confianza en el dinero. O Dios o el dinero. Pero eso no le convierte a él en el perseguidor de los “ricos”.  Hace camino entrando en relación con ellos y con los pecadores. Pasa por ser un “comedor y bebedor” y hacer comunión de mesa con publicanos y pecadores. No cambia de criterio ni ante ellos ni ante nadie. Hace su oferta de salvación a ellos y a todos los demás. Quizás encontremos una diferencia. A los pobres, les invita a conversión. A los ricos les indica que la conversión pasa por “el bolsillo”: Tienen que compartir o repartir sus bienes con el prójimo.

En la historia del evangelio, Zaqueo se pone a “tiro” para el encuentro con Jesús. Quiere verlo y hace todo lo posible para llegar a verlo. Se hace notar y corre y se sube a una higuera. Va rápido y expectante. Desea ardientemente ver a Jesús. Y Jesús se hace el encontradizo. Alza la vista, lo ve y le llama. ¡Zaqueo! Quiero ir a tu casa. Y Zaqueo, baja, corre y lo recibe en su casa con gran alegría y fiesta. Zaqueo abre la puerta de su casa, pero sobre todo abre la puerta de su corazón a Jesús. Y éste entra y lleva a aquella casa la salvación. Zaqueo entrega la mitad de sus bienes a los pobres y restituye todo lo robado por cuadruplicado. Una conversión en toda regla. Zaqueo ha encontrado la “perla preciosa” en Jesús, y está dispuesto a vender todo lo que tiene para “comprarla”. Y vemos que lo hace con gran alegría. Esa visita de Jesús es lo más grande que le ha ocurrido en su vida. Zaqueo se hace discípulo de Jesús.

Jesús ha venido a buscar a los que estaban perdidos; ha venido a buscar a los “pecadores”. Los que se saben “justos”, puede que sean más ricos que los ricos. Su corazón está lleno de sí mismos y su Dios es su “ego”. Caerse de ese pedestal también resulta difícil

Y Jesús, una y otra vez golpea la base de ese pedestal para movernos a conversión, para movernos y ayudarnos a apearnos de ese pedestal y que entremos en una dimensión horizontal, de hermanos, todos iguales, y todos al servicio de todos. Nos ayuda e invita a vivir para los demás.

Jesús, una vez más nos muestra el rostro de Dios que no es justiciero, sino que es MISERICORDIA. Por eso en esta nuestra humanidad con profundas heridas que no sabe cómo curarlas, y no se trata solo de las enfermedades sociales y de las personas heridas por la pobreza, por la exclusión, por las muchas esclavitudes de nuestro siglo. También el relativismo hiere mucho a las personas: todo parece igual, todo parece lo mismo. Esta humanidad necesita MISERICORDIA. Nosotros estamos llamados a anunciar y dar testimonio de esta misericordia a un mundo que está muy necesitado de ella. Desde la misericordia y el perdón podríamos superar muchas de nuestras lacras y heridas sociales. Podríamos regenerar el mundo. Esta es la omnipotencia de Dios. Un Dios que es AMOR MISERICORDIOSO con todos. Jesús nos marca el camino acercándose al rico y publicano Zaqueo y tantos otros necesitados de ser curados.

  1. Gonzalo Arnáiz Álvarez, scj.
Gonzalo Arnaiz Alvarez scj
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