Triduo de Oración Beato Juan María de la Cruz

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Triduo de Oración Beato Juan María de la Cruz

El 22 de septiembre los Dehonianos celebramos la memoria del Beato Juan Mª de la Cruz. Compartimos el Triduo de Oración para esta conmemoración.

Día 1.-  Animador y Protector de las Vocaciones

“Debemos cooperar y ayudar espiritual y materialmente a la formación de misioneros reparadores” (Sermón sobre las Misiones y las Vocaciones)

Al ingresar en la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, don Mariano García Méndez, que era sacerdote en Ávila, tomó el nombre de Juan María de la Cruz. Tras dedicarse a la enseñanza en el colegio dehoniano de Novelda (Alicante), es destinado a la comunidad de la Escuela Apostólica de Puente la Reina. Su salud es precaria, pero él le pide a Dios “diez años más de apostolado”. La obediencia le lleva a dedicarse a recoger limosna y a recorrer los caminos para buscar a chicos con inquietud vocacional hacia la vida religiosa y el ministerio ordenado. Son muchos los recuerdos que quedan en familias, amigos, seminaristas y colaboradores de “aquel Padre que era un santo”. A quienes lo tuvieron como huésped en sus casas les dejó su testimonio de hombre de oración, servicial y humilde.

Lectura

Como le decía en carta anterior desde Vitoria, me hallaba todavía incierto sobre la voluntad de Dios en este punto; pero después de haberlo consultado con Nuestro Señor y con Nuestra Santísima Madre, y habiendo ya visto inclinado a esta parte el consejo del director espiritual, además del de mis Superiores; por fin me arrojé en brazos de la santa obediencia seguro de que Nuestro Señor les inspirará a mis superiores lo que mejor convenga respecto de mí, así en cuanto al género de vida como en todo lo demás; y segurísimo también de que, mediante la santa obediencia, venceré todas las dificultades que se opongan a mi santificación. Pongo toda mi confianza en los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Gracias a Dios estoy ahora no poco contento, porque parece que Nuestro Señor nos ha puesto a la mano varias vocaciones de niños muy buenos y candorosos durante esta última temporada. Tenemos ahora 21. Y hemos de confiar, que si Dios Nuestro Señor nos da vocaciones también nos dará los medios para sustentarlas. (Carta al Superior General, P. Lorenzo Philippe, 16 de noviembre 1929)

Peticiones

Respondemos a cada invocación diciendo: Escúchanos, Señor.

– Por la Iglesia, para que cada día sea un signo más claro de reconciliación, de servicio fraterno y de culto en espíritu y verdad.

– Para que la Familia Dehoniana continúe enriqueciéndose con la aportación de nuevos miembros, laicos y religiosos que vivan según el carisma del P. Dehon.

– Por quienes se preparan a la vida religiosa y el ministerio sacerdotal, para que a imagen del Buen Pastor vivan con alegría y esperanza su camino de discernimiento y entrega.

– Para que las familias cristianas sean hogar y fuente donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia.

– Por los jóvenes, para que sean generosos en su seguimiento a Cristo y, si Dios les llama, sean valientes y pongan su vida al servicio de la evangelización en favor del Reino de Dios en este mundo.

Padre Nuestro

Oración final

Dios omnipotente y eterno, que por medio de tu siervo el Beato Juan María de la Cruz, presbítero y mártir, has dado a tu Iglesia semillas de vida nueva; concede a tus hijos la gracia de imitar sus virtudes en una entrega generosa para cumplir tu voluntad, proclamando tu amor y sirviendo a la reconciliación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

Día 2.- Apóstol del Sagrado Corazón de Jesús

“Sea todo por el Corazón Sacratísimo de Jesús” (Carta desde la cárcel al obispo de Luxemburgo, Mons. Lorenzo Philippe, scj, agosto de 1936)

Dotado para la predicación, el P. Juan María siempre estaba dispuesto a ejercer este servicio, si era necesario. Su amor por la Eucaristía lo llevó a ser un propagador de la obra de la Adoración Perpetua y a hablar siempre del Amor misericordioso del Salvador. La espiritualidad mariana era otro de sus grandes amores. La vida siempre itinerante de sus años en Puente la Reina le permitía visitar algunos santuarios y, después, contarlo y animar con ello a sus seminaristas.

Lectura

¿Quién podrá sondear mis queridos hermanos, los abismos infinitos de esa bondad, de esa misericordia, de ese amor, que como un mar sin riberas invade todo el universo? ¡Cuán bueno es Dios, hermanos queridos! ¡Cuán bueno es Dios para los que le aman, aunque hayan sido tan ingratos como yo a ese divino Amor! ¡Cuán bueno es para los que se abandonan en sus brazos paternales y depositan en Él toda su confianza! Por eso, amadísimos, os recomiendo encarecidamente que tengáis una confianza sin límites en Aquel que es la Bondad y la Misericordia sin límites. Que améis mucho, muchísimo a ese Divino Corazón de Jesús que tan entrañablemente nos ama, y que le améis no sólo con palabras y afectos, sino también con obras y con espíritu de sacrificio, pues el amor no se manifiesta tanto gozando como padeciendo por el Amado. (Carta a su familia, 1 de noviembre de 1929)

Preces

Respondemos a cada invocación diciendo: Escúchanos, Señor.

– Por la Iglesia, para que tenga la misma grandeza del Corazón de Cristo y abra siempre sus puertas a todos los hombres y mujeres que necesitan una palabra de esperanza.

– Por todos los que tienen la responsabilidad de hacer un mundo más justo. Para que sean capaces de superar las dificultades y pongan como centro de sus intereses la dignidad de la persona.

– Para que nuestro corazón sea, como el de Jesús, un corazón misericordioso y no 9 caiga en la insensibilidad y la indiferencia ante el sufrimiento de la gente.

– Para que los que formamos parte de la Familia Dehoniana sigamos descubriendo en el Corazón de Jesús la fuente inagotable del Amor de Dios.

– Por todos los cristianos, para que logremos tener un corazón unido por un único ideal y formemos una fraternidad en comunión, teniendo los mismos sentimientos de Cristo.

Padre Nuestro

Oración final

Dios omnipotente y eterno, que por medio de tu siervo el Beato Juan María de la Cruz, presbítero y mártir, has dado a tu Iglesia semillas de vida nueva; concede a tus hijos la gracia de imitar sus virtudes en una entrega generosa para cumplir tu voluntad, proclamando tu amor y sirviendo a la reconciliación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

Día 3.- Mártir de Cristo

“Feliz quien tenga la fortuna de derramar su sangre por Nuestro Señor!” (Testimonio recogido por su familia)

Al estallar la guerra civil española, el P. Juan está en el santuario de Garaballa (Cuenca). Toda la comunidad tiene que dispersarse, huyendo en busca de un lugar seguro. Al llegar a Valencia, donde intenta pasar desapercibido, se tropieza con el incendio de la Real Parroquia de los Santos Juanes. Espectador, como tantos otros, de la barbarie artística y religiosa no puede menos que decir en voz alta que aquello era un crimen, un sacrilegio. Al pedirle explicaciones, responde sencilla y llanamente que es un sacerdote.

Termina en la Cárcel Modelo de Valencia, cuarta galería, celda 476. Sin juicio previo, en la noche del 23 de agosto, sin más acusación que la de ser sacerdote y no ocultarlo, bajo la consigna de “Libertad”, lo llaman a salir de su celda. En los campos de Silla, diez cuerpos quedan tendidos entre olivos. En las primeras horas del día serán sepultados en el cementerio, en una fosa común sin nombre. El tesón de sus cohermanos logra dar con sus restos. Sus reliquias serán trasladadas a Puente la Reina. En la iglesia del Crucifijo, su Sepulcro es ahora testimonio callado de una vida entregada y generosa entre tantas generaciones de religiosos, seminaristas, alumnos, peregrinos y fieles.

El 11 de marzo de 2001, el papa Juan Pablo II declaró beato al P. Juan María de la Cruz y 232 compañeros mártires.

Lectura

A todos nos edificó desde el primer día por su gran piedad y devoción. Rezábamos juntos el Breviario durante el primer mes de cárcel. Cuando teníamos tres horas de recreo por la mañana, y otras tres por la tarde, en el patio, donde nos reuníamos los presos de la cuarta galería él, el R. P. Recaredo de los Ríos, salesiano y mártir también, y un servidor, pudimos observar el grande fervor religioso con que lo rezaba. Era muy frecuente en él ponerse de rodillas en medio del patio, a pesar de no faltar quien, por razón de circunstancias, le aconsejara omitiera aquellas señales externas de devoción, pero él contestaba a todos que no había que tener respeto humano ninguno, que entonces más que nunca había que confesar a Cristo, y que había que imitar a los mártires de los primeros siglos que, rezando y de rodillas, se preparaban para el martirio.

Hacia las once de la mañana, nos reuníamos un buen número de presos para rezar en común las Letanías de los Santos, y los días festivos rezar y leer en público la Santa Misa. El Padre Juanito, como allí le llamábamos, nunca faltaba.

Por las tardes, cada sacerdote solía reunirse con un pelotón de presos y rezar en común el Santo Rosario: el Padre Juanito tenía su grupo escogido, y no sólo rezaba con ellos el Rosario, sino otras oraciones, y hacía con los mismos lectura espiritual. Solía ir de grupo en grupo cuando terminaban los rezos en común, y animar a todos a la virtud y amor de Dios. Era verdaderamente celoso.

¡Dichoso él que alcanzó la palma del martirio! y ¡dichosa su Congregación, que se siente hoy glorificada por tan excelso mártir!

(Testimonio del P. Tomás Vega, C.SS.R., compañero en la cárcel)

Preces

Respondemos a cada invocación diciendo: Escúchanos, Señor.

– Por la intercesión de los santos mártires, que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe, concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.

– Por la intercesión de los santos mártires, que proclamaron la fe hasta derramar su sangre, concédenos, Señor, la integridad y la constancia de la fe.

– Por la intercesión de los santos mártires, que, soportando la cruz, siguieron sus pasos, concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.

– Por la intercesión de los santos mártires que lavaron su manto en la sangre del Cordero, concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.

Padre Nuestro

Oración final

Dios omnipotente y eterno, que por medio de tu siervo el Beato Juan María de la Cruz, presbítero y mártir, has dado a tu Iglesia semillas de vida nueva; concede a tus hijos la gracia de imitar sus virtudes en una entrega generosa para cumplir tu voluntad, proclamando tu amor y sirviendo a la reconciliación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Descargar Triduo de Oración aquí.

 

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