“YO SOY EL PAN DE VIDA”

“YO SOY EL PAN DE VIDA”

HOMILÍA DOMINGO 18º – B (1 de agosto)

Nosotros cada domingo celebramos la Pascua del Señor, a la que intentamos añadirnos sacramentalmente para un día vivirla en plenitud. En este domingo nos acercamos a Jesús desde su Palabra-Vida en la que se nos va a mostrar como el Pan de Vida o el Pan bajado del cielo.

Parece fácil decirlo pero no debe ser tan fácil creerlo. Al menos es lo que podemos observar en la historia de los hombres reflejada en las lecturas de hoy.

En la primera lectura (Éxodo 16, 2-15) sorprende una palabra o una actitud: “la de protestar”. Parece ser la característica de Israel, un pueblo de protestones o de protestantes. Protestan contra todo: protestan contra Dios y sus designios. En su camino de éxodo, en vez de mirar hacia adelante con la esperanza y confianza puesta en el que les sacó de Egipto con mano fuerte, lo que hacen es mirar hacia atrás y recordar hasta las cebollas que comían sirviendo a sus señores. Dios (Yhwh) no les manda “al cuerno” como se merecían sino que redobla con ellos su mimo (misericordia) y les envía carne y pan: un pan fuerte, un pan de ángeles, un pan “del cielo”.

Se acercan a ese pan intrigados y sorprendidos. Menos mal que no han perdido su capacidad de sorpresa: ¿Qué es esto? Es la pregunta que se hacen y esa pregunta será el nombre de ese pan = maná = ¿qué es esto? Esa capacidad de sorpresa será la espita por donde podrán abrirse a Dios. Si descubren el SIGNO y lo trascienden y se dejan encontrar por el dador del SIGNO habrán conseguido encontrar al fundamento de su vida y de su historia. Su “éxodo” será un permanente “crescendo” hacia el encuentro del Señor. Moisés hace de indicador e intérprete. Sabe ir “más allá” del SIGNO y dar con la fuente: “Es el Señor quien os da de comer ese pan”.

Ni que decir tiene que la historia de la “protesta” y de la duda “de si Dios está o no en medio de nosotros” se vuelve a repetir a lo largo de la historia una y mil veces hasta nuestros días. Y si no, veamos el evangelio de hoy (Juan 6, 24 – 35). ¿Qué vemos? De nuevo se nos habla de SIGNOS y de obtusidad para descubrirlos. También tendremos un profeta (nuevo Moisés) que señalará el “más allá” del SIGNO.

La gente, después del signo de la multiplicación de los panes y de los peces, busca a Jesús, pero por un interés muy interesado. Del signo se han quedado con la materialidad y no se han preguntado por el “más allá”. Se han quedado con las “hojas” y se han dejado el “rábano”. Se han quedado con el “dedo que señala” y no han  mirado a la “luna” indicada por el dedo.

Jesús les invita a ir “más allá”: “Trabajad por el alimento que perdura para la vida eterna”, y un “alimento que viene del Hijo a quien ha sellado el Padre”. Jesús les está diciendo que “no solo de pan vive el hombre”. Que está bien trabajar por el pan y el alimento, pero que hay que apuntar más allá, porque todas estas cosas son solo medios y no fines. Todas estas cosas son pasajeras (añadidura diría él) y es bueno apuntar firmemente a trabajar por lo único necesario.

Algo les debió mover la palabra de Jesús a aquella gente, porque de pronto les entra la fiebre de la acción: ¿qué OBRAS tenemos que hacer?” ¡Qué le vamos a hacer! Todos tenemos un corazoncito de “conquistadores” y queremos demostrar que podemos merecer las cosas.

Jesús les chafa un poquito sus impulsos, o quizás, hay que decir que se los canaliza. Les dice que Dios no quiere “OBRAS” sino la “OBRA”: Una cosa sola es necesaria: CREER en el enviado. ¡Casi nada! CREER: despojarse de uno mismo, abrirse al otro, dejarse invadir por los demás, fiarse totalmente de JESUS.

Y… vuelta la burra al trigo: Vuelven a preguntarle a Jesús ¿Cuál es su OBRA – SIGNO que de garantía a sus palabras? No les bastaba la multiplicación de los panes. Ahora otra nueva garantía de que Él era el mesías.

La obra-signo que Jesús dará no será otra que la de “Jonás” (su muerte y resurrección) pero de momento Jesús les invita a no quedarse en los “medios” aunque estos medios sean Moisés o los Profetas, sino que miren permanentemente a las manos del Padre como fuente y origen de todo. Este Padre es el que envía el “pan del cielo”, el pan de vida. Jesús se está presentando como el enviado del Padre y el enviado del cielo. Él es el “Pan de Vida” y creer en Él es igual a no pasar hambre ni sed (aunque se esté pasando necesidad extrema) porque creer en Él es tener parte de la Vida Eterna o de la Vida de Dios que es eterna.

La lectura de Efesios 4, 17-24 es sin duda la invitación hecha por Pablo que nos invita a caminar “en el Señor” o como hombres nuevos y renovados. Es decir hombres sanados en la interioridad porque han acogido el “Don de Dios que es Jesucristo y empiezan a caminar desde nuevos “parámetros” o nueva escala de valores. El don, la entrega, la solidaridad, el amor son el patrimonio nuevo del corazón del cristiano. Trabajará por el pan “nuestro” el pan de todos, pero también trabajará para que todos descubran al dador de este pan y crean en Jesús como Pan de Vida.

Gonzalo Arnaiz Alvarez scj
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