Jesús es el Agua Viva

13 Mar Jesús es el Agua Viva

Contemplando el cuadro de Rupnik

En nuestra casa SCJ de Capiago (Italia) existe una capilla realmente bella.

Al entrar,  inmediatamente uno se encuentra envuelto en un clima que te dispone a la contemplación de los misterios de la encarnación de Nuestro Señor Jesucristo. Sus paredes laterales y el frontis son murales-mosaicos donde el artista Rupnik ha querido impregnarlos de la espiritualidad dehoniana recordando en ellos los pasos claves de la vida de Jesús que reflejan la experiencia de fe del P. Dehon.

El tema central es la “pascua” del Señor crucificado y glorificado a la vez.

El crucificado muestra su costado abierto del que mana sangre y agua. Un crucificado ya resucitado, clavado al árbol de la cruz-vida que mira a la madre, María. El evangelista Juan, está también presente.

En los laterales está la Anunciación, Belén, la mujer pecadora y la Samaritana o Jesús y el pozo de Sicar.

Este domingo en que se recuerda esta escena, quiero pararme a comentar este icono del pozo de Sicar. Realmente es un icono moderno donde el autor ha finado su mirada y ha tentado de penetrar más allá de las apariencias. Lo que yo digo refleja pobremente lo que el autor pretende y lo que a mi me transmitieron de voz el cicerone del lugar, que sin duda había conocido la interioridad del que plasmó ese icono.

Lo primero que llama la atención es el “viento” fuerte que mueve todo lo que hay en escena. Nos encontramos ante un momento fuerte de la acción del Espíritu Santo que renueva la faz de la tierra.

Las palabras de Jesús: “Tengo sed”; “dame de beber” resuenan y hacen eco de las palabras de Jesús en la cruz. Aquí, este cuadro remanda al cuadro central de la capilla donde está el crucificado con el corazón abierto del que manan agua y sangre.

En la escena, es la samaritana la que pide de beber el agua viva. Ella ha abandonado su cántaro a los pies del brocal. Se dirige muy dinámicamente hacia Cristo que empieza a ser el horizonte y el centro de su vida.

Fijémonos en el brocal del pozo que está lleno de arena. El pozo se ha secado. Su agua no quita la sed. Ha perdido su función. Es necesario buscar otro pozo.

Jesús, empieza a ser el nuevo pozo de Jacob, el nuevo brocal, la roca de la que mana el agua viva. De hecho la figura de Jesús se incrusta en el brocal y lo hace desaparecer. Solo de él salta el agua hasta la Vida Eterna.

Jesús tiene un cántaro en la mano. Es una de las 6 tinajas (5 están en el suelo del lado de Jesús), que en Caná de Galilea (Jn. 2), contenía el agua que fue transformada en vino excelente. Jesús es el vino nuevo en odres nuevos. Jesús es el vino, que es su sangre en la eucaristía. Sangre derramada para que el mundo tenga vida. Jesús es bebida de Salvación. Siempre hay que tener la mirada en el cuadro de la cruz que da sentido pleno a lo que acontece ahora en Sicar.

Los vestidos de Jesús y la Samaritana son rojos o tienden al rojo. Los de Jesús son un rojo-ocre. Rojo y oro clarísimo en la corona. El rojo indica la divinidad. El ocre es la tierra. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. Su vestido tiende al rojo y tiene coloraciones de rojo. Un poco reflejan la transfiguración del Señor opacada en el cada día, pero presente siempre en Jesús. Él es el Hijo de Dios, el Mesías de Dios.

El vestido de la Samaritana empieza a tener contornos rojos. La Samaritana ya es creyente, ha recibido el don de la Vida en Cristo. Se ha trasformado y posee la nueva vida de Dios por el Don del Espíritu que aletea, como hemos indicado al inicio, sobre toda la escena.

Muy importante fijarse en el manto (azul) de Jesús que se extiende hasta la Samaritana y la envuelve. Desde el hombro de Jesús el manto toca y cubre a la mujer. Este gesto era repetido por el varón cuando elegía mujer entre las jóvenes de Israel.

Está significando que Jesús elige y “se esposa” con la humanidad. La Samaritana es figura de toda la humanidad que se dirige a Jesús. Jesús es el nuevo “esposo”, el nuevo Señor. Jesús es el Mesías. EL AGUA VIVA, el nuevo pozo de Jacob o de Sicar.