106ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado

106ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado

La mirada y las  manos de la Iglesia, con la proclamación de la Palabra de Dios, han sido durante esta crisis, y deberán seguir siendo en las aún oscuras fases de salida que nos esperan, nuestra aportación para socorrer y remediar la fragilidad de los seres humanos y de la creación entera. Con ella nos sumamos a la confianza en el personal científico y sanitario que trabaja con el objetivo de encontrar terapias eficaces y una mejor asistencia.

Esta pandemia ha sido provocada por la alteración de la actividad humana sobre la naturaleza. La Covid19 ha puesto de relieve nuestras debilidades y deficiencias, urgiéndonos a afrontar una crisis personal, sanitaria, social y política, y brindándonos una oportunidad para sentirnos habitantes de la Casa Común que necesitan construir un mundo más justo e inclusivo. Este virus ha hecho rebrotar las violencias estructurales de nuestro mundo, pero también buscar la cooperación y solidaridad de las personas e instituciones a fin de lograr el cambio que necesitamos, procurando que nadie se quede atrás ni que el planeta salga perjudicado.

El tema elegido por el papa Francisco para la 106ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado es “Como Jesucristo, obligados a huir”, y este año se centrará en el cuidado pastoral de las personas que migran dentro de su país. “El drama de los desplazados internos es un drama a menudo invisible, que la crisis mundial causada por la pandemia de la Covid19 ha agravado”.

La estrategia de incidencia política y social propone el impulso de la coherencia de políticas para el desarrollo sostenible y la justicia global, la reforma del sistema de cooperación que permita avanzar en derechos humanos, equidad y desarrollo sostenible y la participación de esta nueva política de cooperación. Por otro lado hemos de reivindicar la centralidad de la persona y el trabajo decente. Rendimos un especial homenaje a todos los hombres y mujeres que desempeñan los empleos más invisibles y precarios. Estas personas con sus trabajos muchas veces vulnerables, temporales y mal pagados, en los peores momentos de crisis sanitaria, viviendo situaciones límite, han sido esenciales para la sostenibilidad de la vida.

Javier López
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