Vigilia de oración por las vocaciones dehonianas

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Vigilia de oración por las vocaciones dehonianas

El 14 de marzo se celebra el aniversario del nacimiento del fundador de nuestra Congregación, el P. Dehon. Compartimos la Vigilia de Oración por las vocaciones dehonianas.

“Quereos como hermanos”
(1Pe 3, 8)

Introducción
Nos reunimos hoy para celebrar el don de la vida de nuestro Fundador, el P. Dehon, que nació un 14 de marzo de 1843. En esta vigilia de oración, recogemos algunas de sus experiencias de fe, que también se convirtieron en las nuestras por la llamada del Espíritu. Hoy, también, rezamos juntos para que el Señor, por intercesión de nuestro Fundador, otorgue nuevas vocaciones a nuestra Familia Dehoniana.
En la primera parte de nuestro encuentro dejaremos que algunas palabras de la Biblia resuenen e iluminen nuestros pasos para querernos como hermanos. En la segunda parte escucharemos las palabras del P. Dehon y los textos de nuestra congregación. En la tercera parte, meditaremos algunos extractos de la encíclica “Tutti fratelli” del Papa Francisco.

Procesión con la Palabra de Dios

Canto o Canon
Se entroniza la Palabra de Dios en el centro del altar, donde ya se encuentra un icono con la imagen de Jesús Maestro.

C. ¡Lámpara es tu palabra para mis pasos!
T. ¡Luz en mi sendero!

Llamados a reconocer al hermano

Cada pasaje bíblico proclamado por el lector es una palabra que ilumina: al final de cada proclamación se coloca una vela encendida ante la Palabra y el icono de Jesús.
Palabra de Dios

Génesis

Un lector lee los pasajes del Génesis, mientras tres personas se dirigen al altar, cada una con una vela encendida, que se colocará delante del Icono, al finalizar cada breve lectura bíblica.

Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra». Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Dios los bendijo; y les dijo Dios: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra». (Gn 1, 26-28)

Adán conoció a Eva, su mujer, que concibió y dio a luz a Caín. Y ella dijo: «He adquirido un hombre con la ayuda del Señor». Después dio a luz a Abel, su hermano. Abel era pastor de ovejas, y Caín cultivaba el suelo. Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos al campo». Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín: «¿Dónde está Abel, tu hermano?». Respondió Caín: «No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?». (Gn 4, 1-2.8-9)

Israel dijo a José: «Tus hermanos deben de estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos». Le contestó: «Aquí estoy». Su padre le dijo: «Ve a ver cómo están tus hermanos y el ganado, y tráeme noticias». Lo envió, pues, desde el valle de Hebrón y José se dirigió a Siquén. Un hombre lo encontró errando por el campo y le preguntó: «¿Qué buscas?». Él contestó: «Busco a mis hermanos; por favor, dime dónde están pastoreando». El hombre respondió: «Se han marchado de aquí, y les he oído decir que iban hacia Dotán». José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. (Gn 37, 13-17)

C. ¡Lámpara es tu palabra para mis pasos!
T. ¡Luz en mi sendero!

Evangelio

Otro lector lee los párrafos del Evangelio, mientras cuatro personas se dirigen al altar, cada una con una vela encendida, que se colocará delante del Icono, al finalizar cada breve lectura bíblica.

Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Este le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”. Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Él le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”. (Lc 15, 25-28.31-32)

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros. (Jn 13, 34-35)

Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. (Mt 5, 23-24)

 

C. ¡Lámpara es tu palabra para mis pasos!
T. ¡Luz en mi sendero!

 

Apóstoles
Un lector lee las citas bíblicas, mientras tres personas se dirigen al altar, cada una con una vela encendida, que se colocará delante del Icono, al finalizar cada breve lectura bíblica.

En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. (1Jn 3, 16.18)
Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. (1Jn 2, 9-10)

Y perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado y los apóstoles hacían muchos prodigios y signos. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvando. (Hch 2, 42-47)

Y por último, tened todos el mismo sentir, sed solidarios en el sufrimiento, quereos como hermanos, tened un corazón compasivo y sed humildes. No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto, sino al contrario, responded con una bendición, porque para esto habéis sido llamados, para heredar una bendición. (1 Pe 3, 8-9)

C. ¡Lámpara es tu palabra para mis pasos!
T. ¡Luz en mi sendero!

Silencio para acoger la Palabra de Dios

Canto

Oración: (Pacto de amor del Padre León Dehon)

Jesús mío, ante ti y tu Padre celestial,
en presencia de María inmaculada, mi Madre,
y de san José, mi protector,
hago voto de consagrarme
por puro amor a tu Corazón sagrado
y dedicar mi vida y mis fuerzas
a la obra de los Sacerdotes de tu Corazón,
aceptando de antemano cuantos sacrificios y pruebas me pidas.
Hago voto de dar a todas mis acciones
la intención del puro amor a Jesús y a su Corazón sagrado.
Y te suplico que toques mi corazón y lo inflames con tu amor,
para que no solamente tenga yo la intención y el deseo de amarte,
sino también la dicha de ver concentrados
solo en ti todos los afectos de mi corazón
con la ayuda de tu santa gracia.
Jesús mío, renuevo con amor el pacto que hice contigo.
Concédeme la gracia de ser fiel. Amén.

Canon

Oración (Acto de Oblación)
Señor Jesús, conducidos por tu amor,
queremos servirte en los hermanos
y hacer de nuestra vida
un continuo ofrecimiento a Ti y al Padre,
para que repares nuestro corazón.
Te pedimos, Señor, que nos muestres tu amor,
y seas así apoyo y cercanía en nuestro caminar.
Reaviva en nosotros, Señor,
tu amor cercano y amigo.
Hoy venimos ante Ti,
para pedirte, al contemplar tu Corazón traspasado,
que inundes con tu amor nuestras vidas
para que se dediquen enteramente
a difundir tu amor entre los hombres.
Nos consagramos a Ti, Señor Jesús;
acepta nuestra oblación
para reparar nuestra falta de amor.
Como hizo el Padre Dehon, nos abandonamos
en tus manos y queremos ser capaces
de la plena confianza en Ti.
Haznos mensajeros de tu Reino,
de tu redención y misericordia.
Danos un corazón nuevo, semejante al tuyo,
disponible al Padre y a nuestros hermanos. Amén.

Canto

Asiduos en la comunión fraterna

Textos para la meditación
Padre Juan León Dehon
Un lector lee los textos de nuestro Fundador.

“Todos se esforzarán por mantener la caridad y la unión de los corazones mediante la afabilidad, la mansedumbre y la prudencia en el trato mutuo y mediante toda clase de servicios que tengan ocasión de prestarse. Esta unión y esta caridad caracterizaron a la Iglesia primitiva en el fervor de los comienzos. También será el signo sensible del reinado del Sagrado Corazón en nuestras comunidades”. (DSP 1919, 108)

“Deseo amar a Nuestro Señor por encima de todo, pero también deseo amarlo en mis hermanos, porque son el precio de su sangre y porque Él los ama. Quiero amarlos sobrenaturalmente y por la razón que el Corazón de Jesús amó, quiero amarlos por el amor de Nuestro Señor y porque son a su imagen”. (ASC 2/290)

“Hijos del Sagrado Corazón, debemos tener, más que nadie, este ideal de formar entre nosotros un solo corazón y una sola alma, en unión con el Corazón de Jesús”. “Por último, quiero exhortaros inmediatamente a la unión, a la paz, a la caridad entre vosotros, entre las Provincias, las casas y todos los miembros del Instituto. Debe poder decirse de todos los Hijos del Sagrado Corazón: Mira cómo se aman”. (Enero 1910; LCC 65 715/1.4)

Regla de Vida
Otro lector lee los textos de nuestras Constituciones.

“Hacemos profesión de tender a la caridad perfecta, consagrándonos enteramente al amor de Dios y al de nuestros hermanos”. (Cst. 14)

“En la Iglesia, estamos llamados a seguir a Cristo y a ser en el mundo los testigos y servidores de la comunión de los hombres en una comunidad fraterna”. (Cst. 59)

“Con la comunión, que subsiste a pesar de los conflictos, y con el perdón mutuo, queremos dar pruebas de que la fraternidad que los hombres ansían es posible en Jesucristo; y de ella queremos ser los servidores”. (Cst. 65)

Silencio de meditación personal

Oración: (Es necesario desbordar la medida de la caridad, Padre Andrés Prévot, scj)
Procuraré repetirme a mí mismo en toda ocasión:
es necesario desbordar la medida de la caridad.
Si el amor propio me dice:
es necesario defender tus derechos, responderé:
es necesario desbordar la medida de la caridad.
Si la acedia me dice: necesitas descansar, responderé:
es necesario desbordar la medida de la caridad.
Si la prudencia de la carne pretende que no es necesario prodigarse
para no perder el propio prestigio, responderé:
es necesario desbordar la medida de la caridad.
Si me molestan o estoy cansado, me diré a mí mismo:
ánimo, es necesario desbordar la medida de la caridad.
A su vez, cuando tenga necesidad de ayuda, un consejo,
una corrección, un consuelo, quizás perdón o socorro
para mi alma y para mi cuerpo, para mí o para mis hermanos, iré a Jesús y diré:
“Maestro bueno, has prometido tratarnos con la misma medida,
es necesario que hagas desbordar la medida de la caridad”. Amén.

Canto

Todos hermanos

Introducción
El Sint Unum nos hace corresponsables en la promoción de la “cultura del encuentro”, de la que habla el Papa Francisco en “Tutti Fratelli”. La palabra “cultura” indica algo que ha penetrado en las convicciones más profundas de un grupo o pueblo, en su forma de vida. Hablar de una “cultura del encuentro” significa que como pueblo -como Familia Dehoniana- nos apasiona querer encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, planificar algo que implique a todos. Para nosotros, la fraternidad, a partir de la “vida fraterna en comunidad”, es el verdadero compromiso pastoral que genera una nueva humanidad y la civilización del amor, también recuperando la práctica de la amabilidad y bondad.

SINT UNUM
“El Sint Unum no es un simple presupuesto, antes bien es un don, un proceso, una tarea siempre abierta, en línea con la ‘mística de vivir juntos’ de la que nos habla el Papa Francisco (EG 87). Esto lo ponemos en práctica ante todo en la vida fraterna, que representa nuestro primer apostolado (cf. Cst. 60). Siendo este el lugar donde resuena la invitación a vivir la caridad recíproca, en ella brota más claramente nuestro testimonio para la vida del mundo: ‘Con la comunión, que subsiste a pesar de los conflictos, y con el perdón mutuo, queremos dar pruebas de que la fraternidad que los hombres ansían es posible en Jesucristo; y de ella queremos ser los servidores’” (Cst. 65).
(Mensaje final del encuentro de la comisión teológica internacional scj, julio 2020)

Canón: Ubi Caritas et amor

“El Sint Unum es también una profecía: Jesús quiere que sus discípulos sean ‘uno’ “para que el mundo crea tú que me has enviado” (Jn 17,21). En este sentido, el P. Dehon también espera que sus religiosos sean ‘profetas del amor y servidores de la reconciliación de los hombres y del mundo en Cristo’ (Cst. 7). El Sint Unum, en otras palabras, no nos cierra en nosotros mismos, sino que nos impulsa a estar en camino e ir siempre más allá. Esto nos abre a la misión (Adveniat Regnum Tuum), como la dimensión constitutiva de nuestro discipulado. Al caminar con el Señor, siguiendo el ritmo de nuestros hermanos, sabemos también cómo ir hacia el otro, hacia cada persona, especialmente los más pobres y necesitados”. (Mensaje final del encuentro de la comisión teológica internacional scj, julio 2020)

Canón: Ubi Caritas et amor

Oración (por la Congregación)
Jesús, buen Pastor,
que reúnes a esta familia en tu Iglesia,
atraída por el amor de tu Corazón:
concédenos, mediante la comunión y la obediencia,
formar un solo corazón y una sola alma,
para dar testimonio de tu presencia en el mundo,
en la alegría y sencillez de corazón.
Te pedimos por nuestros superiores, que,
con espíritu evangélico y siguiendo tus huellas,
nos guíen por el camino de la unidad
y de la entrega a los hombres.
Que tu Espíritu, con todos sus dones,
les asista en el servicio a ellos confiado,
para que, con fuerza y suavidad,
nos lleven a ti en el común servicio a tu Reino.
Te pedimos por las vocaciones en tu Iglesia.
Que tu llamada y elección encuentren respuesta
en los corazones que Tú mismo has creado,
para que cada día aumente
esta familia de testigos de tu amor.
Bendice nuestras comunidades y nuestras obras,
para que haciendo de ellas
lugares de fraternidad evangélica,
realicemos la verdad en el amor. Amén.

Canón: Ubi Caritas et amor
Textos para la meditación personal

Una nueva cultura
«La vida es el arte del encuentro, aunque haya tanto desencuentro por la vida». Reiteradas veces he invitado a desarrollar una cultura del encuentro, que vaya más allá de las dialécticas que enfrentan. Es un estilo de vida tendiente a conformar ese poliedro que tiene muchas facetas, muchísimos lados, pero todos formando una unidad cargada de matices, ya que «el todo es superior a la parte». El poliedro representa una sociedad donde las diferencias conviven complementándose, enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente, aunque esto implique discusiones y prevenciones. Porque de todos se puede aprender algo, nadie es inservible, nadie es prescindible. Esto implica incluir a las periferias. Quien está en ellas tiene otro punto de vista, ve aspectos de la realidad que no se reconocen desde los centros de poder donde se toman las decisiones más definitorias. (FT 215)

Recuperar la amabilidad
El individualismo consumista provoca mucho atropello. Los demás se convierten en meros obstáculos para la propia tranquilidad placentera. Entonces se los termina tratando como molestias y la agresividad crece. Esto se acentúa y llega a niveles exasperantes en épocas de crisis, en situaciones catastróficas, en momentos difíciles donde sale a plena luz el espíritu del “sálvese quien pueda”. Sin embargo, todavía es posible optar por el cultivo de la amabilidad. Hay personas que lo hacen y se convierten en estrellas en medio de la oscuridad.
San Pablo mencionaba un fruto del Espíritu Santo con la palabra griega jrestótes (Ga 5,22), que expresa un estado de ánimo que no es áspero, rudo, duro, sino afable, suave, que sostiene y conforta. La persona que tiene esta cualidad ayuda a los demás a que su existencia sea más soportable, sobre todo cuando cargan con el peso de sus problemas, urgencias y angustias. Es una manera de tratar a otros que se manifiesta de diversas formas: como amabilidad en el trato, como un cuidado para no herir con las palabras o gestos, como un intento de aliviar el peso de los demás. Implica «decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian».
La amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices. Hoy no suele haber ni tiempo ni energías disponibles para detenerse a tratar bien a los demás, a decir “permiso”, “perdón”, “gracias”. Pero de vez en cuando aparece el milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia. Este esfuerzo, vivido cada día, es capaz de crear esa convivencia sana que vence las incomprensiones y previene los conflictos. El cultivo de la amabilidad no es un detalle menor ni una actitud superficial o burguesa. Puesto que supone valoración y respeto, cuando se hace cultura en una sociedad transfigura profundamente el estilo de vida, las relaciones sociales, el modo de debatir y de confrontar ideas. Facilita la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes. (FT 222-224)

Canón: Ubi Caritas et amor

Conclusión
Oración universal
C. Unámonos a la ofrenda salvadora de Cristo, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia, para que no se detenga el torrente de amor que brota de su Corazón, y para que todas las naciones beban con gozo de la fuente de la salvación: Escúchanos, Señor

– Para que, viviendo la fraternidad, la civilización del amor se afirme entre nosotros y en toda la humanidad:
– Para que en ti seamos profetas del amor y servidores de la reconciliación de los hombres y del mundo:
– Para que en ti seamos humildes emisarios de concordia, unidad y paz en la Iglesia y en la sociedad:
– Para que continúe tu presencia de amor, misericordia y consuelo entre los pequeños, los pobres, los que sufren y los pecadores:
– Para que transformes nuestra vida en una oblación agradable al Padre, al servicio de nuestros hermanos:
– Para que nuestra comunidad viva hoy en ti la fraternidad y la unidad de propósito y de corazón, en serena adhesión a tu voluntad:
– Para que, con la guía de tu Espíritu, seamos testimonio de vida a quienes llamas a seguirte de cerca en tu reino de amor:

C. Señor Jesús, tu amor nos ha reunido en fraternidad. Te damos las gracias y te bendecimos. Haz que nuestra vida sea auténtica expresión y testimonio de la unidad que has venido a traernos.
Junto a ti, hermano nuestro, nos atrevemos a rezar:

Padrenuestro
Oración al Creador (De la Encíclica Fratelli Tutti)

Señor y Padre de la humanidad,
que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad,
infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal.
Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz.
Impúlsanos a crear sociedades más sanas
y un mundo más digno,
sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.
Que nuestro corazón se abra
a todos los pueblos y naciones de la tierra,
para reconocer el bien y la belleza
que sembraste en cada uno,
para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes,
de esperanzas compartidas. Amén.

Canto a María

 

Descargar la Vigilia aquí.

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